La Vanguardia

Un problema catalán y español

- Lluís Foix

Lo más normal es que ante un problema muy de fondo, apasionado y radicaliza­do como es el conflicto catalán, se intenten buscar salidas para encontrar puntos de encuentro. No para resolver los litigios políticos, emocionale­s y económicos en cuestión de horas o días sino para ver qué intereses se pueden compartir.

Pedro Sánchez ha movido ficha y ha ofrecido diálogo con los independen­tistas, con los que llevan hablando desde hace meses. La enmienda a la totalidad delos presupuest­o s presentada por ERC ha precipitad­o los acontecimi­entos.

La vicepresid­enta Carmen Calvo ha salido dos veces para explicar que no es un diálogo entre Gobierno y Generalita­t sino entre los partidos catalanes. Y que para conducirlo se pretende nombrar un notario o relator que dejaría constancia de lo hablado o pactado.

Las chispas saltaron en las filas del socialismo y muy especialme­nte en el PP de Pablo Casado y los Ciudadanos de Albert Rivera. El presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, se despachó muy de mañana diciendo que“no se puede ceder a los chantajes delos independen­tistas, cáncer de la democracia, con los cuales hay que acabar ”. Y sólo era por haber hablado de un relator entre partidos catalanes.

Las reacciones de Casa doy Rivera han sido desproporc­ionadas y nada pedagógica­s. Quieren echara Sánchez ,“el mayor felón de la historia democrátic­a de España”, le soltó Casado, y provocar la convocator­ia de elecciones. No en una moción de censura en el Congreso sino en las calles de Madrid que el domingo se teñirán de bandera sal viento en favor de la unidad de España.

El gobierno Rajoy no quiso hablar con los independen­tistas y entregó el conflicto a los jueces que la semana que viene vana empezar el juicio oral de la causa del procés.

Mientras no se restablezc­a un mínimo de confianza, el conflicto se instalará en una confrontac­ión creciente

El Gobierno no se ha inmiscuido en la judicatura sino que busca alternativ­as que despejen el callejón sin salida en el quese encuentra la vida política española. Trasladar el conflicto a las calles esun grave error y un desprecio a las institucio­nes. Lo ha sido cuando en Catalunya se pensaba que la política nacía y se desarrolla­ba en las manifestac­iones y también ahora que PP, Ciudadanos y Vox quieren trasladar el debate el griterío callejero. Al ver el acaloramie­nto ambiental en el día de ayer pensé en aquella expresión de Talleyrand: “No tienen razón, gritan demasiado”.

Pedro Sánchez tiene varios problemas. El primero y principal es que sólo dispone de 84 diputados. El segundo es que el independen­tismo de Puigdemont y Torra no quiere ningún pacto y prosigue en su ficción de presentar a España como un Estado no democrátic­o. Hay división en las izquierdas y en el independen­tismo. Los que no están fracturado­s son los tres partidos de la derecha que quieren hacer saltar por los aires cualquier iniciativa conciliado­ra y aprovechar el conflicto con Catalunya para ganar votos en las próximas elecciones. Qué pena da tanto cinismo y tanta irresponsa­bilidad.

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