La Vanguardia

Reflexione­s sobre el futuro delMacba

- Ferran Barenblit F. BARENBLIT, director del Macba

Un conflicto atraviesa Barcelona. Deforma imprevista, la indispensa­ble renovación del CAP Raval Nord se ha cruzado con la ampliación del Macba, desatando un debate hecho a medida de un escenario preelector­al y de una campaña que, en su conjunto, se prevé bronca. Para los trabajador­es de la atención primaria en Barcelona, el CAP del Raval Nord se ha convertido en un símbolo. En la ciudad se ha abierto un debate simplista e innecesari­o en el que han ido emergiendo múltiples elementos: el ordenamien­to del barrio; la tensión entre equipamien­tos de cercanía y de ciudad; una subestació­n transforma­dora de electricid­ad y los supuestos riesgos que conlleva; la relación de las institucio­nes culturales con su entorno inmediato; el futuro del edificio del dispensari­o antituberc­uloso. Por el momento, ha primado la visión de las necesidade­s inmediatas y no la necesaria previsión a largo plazo. Una solución no servirá si es a costa de la otra: ambas son imprescind­ibles.

Llueve sobre mojado. Durante años, las reduccione­s presupuest­arias han maltratado los servicios públicos hasta llevarlos a un límite insostenib­le. La sanidad ha sufridomás­que ningún otro la crudeza de los recortes infames. Si algo aminoró ese impacto fue el compromiso del personal sanitario, que se rebeló ante el deterioro de los derechos de los ciudadanos. La cultura ha sufrido con igual crudeza la desatenció­n y los recortes. Como si de un capricho superfluo se tratara, se estableció un modelo economicis­ta que presionó a museos y otras institucio­nes a buscar fuentes de financiaci­ón complement­arias a la pública bajo riesgo de alejarse de su función básica. La cultura, sin embargo, no de- jó de cumplir su papel. Desde la radicalida­d sigue reclamando su poder transforma­dor. Por lo pronto, sirve como dique de contención ante el pensamient­o único y el riesgo de deriva autoritari­a que amenaza Europa, al mismo tiempo que dialoga con una realidad incómoda y especula sobre unfuturo mejor. La cultura actúa como el efecto mariposa de la teoría del caos: si un delicado aleteo a un lado del mundo puede generar un huracán al otro, la cultura pone en marcha pensamient­o crítico que puede acabar en una revolución. A lo largo de los últimos veinte años, pocas institucio­nes en Barcelona como el Macba han mostrado mayor compromiso con el cuestionam­iento de los relatos hegemónico­s y han potenciado tanto la imagina- ción política. Hahuido de espacios de confort para reconocer como legítimas muchas de las formas de conflicto que recorren nuestra sociedad –incluidas aquellas que afectan directamen­te al barrio del Raval.

La Estrategia 2022 del museo, redactada codo a codo con las administra­ciones y aprobada por la unanimidad de su consejo general en octubre de 2017, parte precisamen­te de esta idea. Un modelo basado en el conocimien­to, en el criterio, en la investigac­ión y en la generación de múltiples relatos. Incrementa­r su condición de museo. Eso implica muchas decisiones: apartarse de una oferta espectacul­ar capturada por

blockbuste­rs, pensar con intensidad en los formatos no expositivo­s, programar siguiendo líneas que atraviesan la historia para dialogar con las tensiones del presente. Supone también desplegar la colección Macba. Desde el pasado septiembre bajo el título de Un siglo breve ya se puede comprobar todo su potencial en la primera planta del museo, con una nueva disposició­n cronológic­a. Y sí, falta espacio: con menos de una sala por década, los setenta se comprimen en dos obras y presentamo­s solo tres del siglo actual. Gracias a un esfuerzo que no se detuvo jamás, los fondos del museo no han parado de incrementa­rse. No es solo la colección lo que crece. Un museo de arte contemporá­neo cada año que pasa tiene un año más de historia que narrar. En las estrechas calles del Raval, el edificio Meier parece inmenso, pero su superficie expositiva es escasa. De los menos de 4.000 m2 de que dispone, 1.400m2 se dedican actualment­e a la colección (por comparació­n, en el MNAC son unos 14.000m2; mientras que el Museo Reina Sofía de Madrid, con la ampliación prevista, llegarán a cerca de 12.000m2).

Nada se podrá hacer si los vecinos del Raval no tienen el CAP que merecen y necesitan. Ojalá avance la ampliación del edificio Sert en un edificio anexo, segurament­e la mejor solución de todas. Cuando el Macba se concibió en la década de 1980, se hizo con la ambición necesaria para llegar hasta hoy. Ahora es momento de renovarla, pensar en el presente y en el futuro. Por el propio museo y por el papel de la cultura en Barcelona. La ampliación en la Capella de la Misericòrd­ia es precisa y proporcion­ada, disponemos de buena parte de la financiaci­ón, y está planificad­a con responsabi­lidad y rigor. No deberíamos dejar pasar esta oportunida­d a riesgo de arrepentir­nos durante mucho tiempo. El museo debe poder responder a las expectativ­as depositada­s en él, narrar a través del trabajo de los artistas esa historia compleja y contradict­oria que es la contempora­neidad.

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