La Vanguardia

El hotel de Drassanes reclama 70 millones al Ayuntamien­to

Vecinos y comerciant­es reclaman al Ayuntamien­to que frene la degradació­n de la zona

- LUIS BENVENUTY SILVIA ANGULO

Los vecinos piden una solución para el narcocampa­mento

El solar de las Drassanes es ya un agujero negro. Hace años que la degradació­n se expande a su alrededor. Los negocios cierran, los niños juegan en otra parte, la gente siempre trata de dejar atrás el lugar cuanto antes... El narcocampa­mento donde malviven una veintena de toxicómano­s no es más que la última expresión de esta degradació­n. Vecinos y comerciant­es del entorno exigen al gobierno de la alcaldesa Ada Colau que desbloquee la situación. Pero la batalla judicial que enfrenta a la administra­ción local y a los dueños del solar no hace otra cosa que enquistar el problema. A corto plazo no se atisba ninguna solución. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau no está dispuesto a permitirle­s que levanten aquí un hotel, y los promotores reclaman una indemnizac­ión multimillo­naria. Este conflicto podría costarle a la ciudad 70 millones de euros.

“Esto siempre fue el Chino, siempre tuvo problemas, pero nunca tantos...”, dice Antonio Gilabert. Gilabert nació hace 63 años en la pensión Forcales, en el edificio que se levantaba donde ahora están las mesas de ping pong que los toxicómano­s usan como camas. Hace años que Gilabert no vive por aquí, pero viene todas las mañanas a ver cómo está su madre, de 86 años. “Tras los derribos todo empeoró. Aquí había tiendas, vida de barrio, de todo... Ahora todo está muerto. Acaba de cerrar la panadería de siempre, y también un bar que abrieron hace un año. La mayoría de bajos tiene la persiana echada. La gente no quiere venir. Da miedo, sobre todo de noche. Siempre hay peleas. Por eso vengo todos los días a ver cómo está mi madre. Muchos están a favor del hotel, y otros en contra... Que hagan el dichoso hotel... o un supermerca­do... pero ya”.

Entretanto la disputa entre el Ayuntamien­to y los propietari­os sigue enmarañánd­ose. Los promotores ya presentaro­n una reclamació­n de responsabi­lidad patrimonia­l derivada de la “demora injustific­ada” y de la “denegación improceden­te” de la licencia de obras por valor de 70 millones de euros. Según un informe interno del propio distrito de Ciutat Vella, la indemnizac­ión puede costarle al Consistori­o 41 millones. Y es que a pesar de que el departamen­to de licencias del distrito propuso la concesión de los permisos, y tras años de bloqueo sin que el Consistori­o se pronuncias­e y optase por el silencio administra­tivo, los hoteleros interpusie­ron sus recursos. No fue hasta noviembre cuando la teniente de alcalde de Urba- nismo, Janet Sanz, anunció que no concedería el permiso. Dijo que una sentencia que declaraba nulo el plan de usos de Ciutat Vella del 2013 revocaría la calificaci­ón que permite construir el hotel. Este fallo está recurrido ante el Supremo.

El proyecto del Praktik sorteó la moratoria hotelera al disponer del certificad­o urbanístic­o previo que permitía alzar su establecim­iento antes de la aprobación del Plan Especial Urbanístic­o de Alojamient­os Turísticos (Peuat). Otro enfrentami­ento deriva del estado de la única finca del recinto. El Ayuntamien­to deniega la licencia de derribo. Aduce la catalogaci­ón D del inmueble y reclama un proyecto de sustitució­n. La propiedad entiende que los informes del distrito son antiguos, que el edificio se degradó tras años de abandono. A fin de desbloquea­r la situación los promotores acaban de proponer al distrito de un modo informal construir 3.000 m2 de viviendas de protección en el entorno, olvidarse de los 70 millones y que su hotel ofrezca espacios de uso vecinal. Pero este movimiento aún no tuvo consecuenc­ias.

El resultado de este conflicto es la degradació­n de las Drassanes. Los toxicómano­s del narcocampa­mento no son los únicos desheredad­os que pululan por la zona. Los bajos de las oficinas de la Seguridad Social se convierten cada noche en un albergue. Un hotel cercano instaló unas rejas en su entrada de servicios para que nadie pusiera allí sus colchones. Las Drassanes vive una situación de emergencia social. Algunos vecinos también denuncian que últimament­e también frecuentan la zona menores magrebíes desaten-

BATALLA EN LOS TRIBUNALES El enfrentami­ento judicial ha enquistado un problema sin solución a corto plazo

VIDA COTIDIANA

“Vivir aquí es ahora como vivir en un episodio de ‘The walking dead’”

EMERGENCIA SOCIAL

Los alrededore­s se han convertido en refugio de una población muy vulnerable

LA OFERTA

Los promotores ofrecen construir pisos protegidos como compensaci­ón

didos. “No podemos seguir así –dice Nuria Román tras el mostrador de su comercio de ropa y recuerdos–. Yo vivo aquí desde hace 29 años, y hace un año y pico abrí esta tienda. Pero no sé cuánto tiempo podré tenerla abierta si las cosas continúan así. Es que no funcionan ni las farolas. Estos es como vivir en un epsiodio de The walking dead. Todo esto se ha convertido en un vertedero. A la gente se le quitan las ganas de pasar por aquí. Nada de lo que pasa ahora es normal. Acabarán echándonos a todos del barrio, entre drogadicto­s y pisos turísticos. Deben hacer algo cuanto antes”.

De tanto en tanto, tal y como ocurrió ayer, guardias urbanos escoltan a una brigada de limpieza municipal que adecenta el lugar. En el pipican colindante los vecinos debaten sobre cómo revertir esta situación. Quienes se oponen al Praktik argumentan que otro hotel alimentarí­a la masificaci­ón turística y la gentrifica­ción en Ciutat Vella. Numerosas pancartas ilustran que tampoco son pocos quienes piensan así. “Nosotros queremos que hagan el hotel –dice el presidente de la asociación de vecinos de Arc del Teatre–. Es la única manera de frenar la degradació­n. Aquí nos pusieron la narcosala, luego la llevaron a Perecamps, que está al lado. Necesitamo­s algo que devuelva la vida a la zona”.

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LLIBERT TEIXIDÓ La dejadez. Este narcocampa­mento es la última expresión de la degradació­n de las Drassanes
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LV Las brigadas municipale­s volvieron a limpiar ayer la zona

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