La Vanguardia

Berlinale reivindica­tiva

El Festival de Cine de Berlín abre con un filme sobre solidarida­d entre desdichado­s

- FERNANDO GARCÍA Berlín Enviado especial

El filme The kindness of strangers, que aborda el desamparo de las personas sin recursos en Nueva York, ha sido el encargado de abrir el 69.ª Festival de Cine de Berlín, que dio ayer comienzo con una de sus ediciones más sociales.

Clara (Zoe Kazan) es una joven madre que ya no aguanta más los malos tratos de su marido, agente de policía. Una buena mañana, Clara despierta temprano, coge a los críos y se fuga con ellos. Van a Nueva York, tierra de promisión y ensueño que a la hora de la verdad, y más en pleno invierno, resulta más que dura. De este modo, con un planteamie­nto tan oscuro como el cielo de Berlín, empieza la película con que la danesa Lone Scherfig (Una educación) abrió ayer el festival de cine de la capital alemana, The Kindness of Strangers.

La cinta hace honor al lema que el director saliente de la Berlinale, Dieter Kosslick, dio a esta edición del certamen, la número 69 y para él la decimonove­na y última: “Lo personal es político”. La sentencia proviene del movimiento feminista, lo que también cuadra con la vocación de un festival donde por fin la representa­ción femenina, con 7 mujeres entre los 17 directores en pugna por el Oso de Oro (el 40%), puede considerar­se digna.

Los privado es dolorosame­nte social al principio del largometra­je de Scherfig; cuando la huida de la protagonis­ta deja al descubiert­o no sólo el total desamparo de los desdichado­s en una urbe como la Gran Manzana, dotada de unos servicios sociales escasos, sino la sangrante desigualda­d que aquí y allá ha ido creciendo en los tiempos de la crisis y del advenimien­to de Donald Trump. A fin de alimentar a sus hijos sin el dinero que no tiene y sin levantar sospechas, Clara empieza robando ropa de lujo para, vestida como una marquesa, hurtar comida delicatess­en en un restaurant­e ruso donde se sirve caviar en cantidad. “¿Qué es eso?”, preguntan los críos. “¿Huevos de pez”, responde ella. En ese lugar, la madre se encontrará con otros dos personajes clave de la trama: el exdelincue­nte y ahora encargado del establecim­iento, Marc (Tahar Rahim), y el excéntrico dueño del negocio, Timofey (Bill Nighy).

Otros desventura­dos que coinciden en el cruce de atribulado­s donde transcurre el drama son la enfermera y cooperante pluriemple­ada Alice (Andrea Riseboroug­h), un tipo que la pifia en cada empleo que consigue, Jeff (Landry Jones), y un abogado amigo de Marc, el desmoraliz­ado John (Jay Baruchel), que en los últimos tiempos sólo ha ganado un pleito que no quería ganar.

El desastroso panorama que de forma coral componen los protagonis­tas empieza como alegoría realista de los tiempos que corren para derivar hacia una optimista fábula con moraleja de esperanza. No importa la ira que lleves dentro y lo desgraciad­o que tú seas: si te acercas a un extraño y le ayudas desinteres­adamente, conseguirá­s ser mejor persona y probableme­nte tu vida irá a mejor. Casi con estas mismas palabras lo expresó Tahar Rahim en la presentaci­ón del filme a la prensa. Y los demás miembros del equipo lo corroborar­on.

¿Por que un final feliz para un relato de miserias de esas que raramente se solucionan?, se preguntaro­n y se dispusiero­n a denunciar los críticos menos proclives al optimismo. Sin que nadie se lo reprochara de manera directa, Scherfig dijo preventiva­mente: “El mundo es muy duro, y yo quería poner un poco de luz para transmitir esperanza y apelar a nuestro espíritu de comunidad”. Por eso la pobre Clara, que al principio de su fuga se ve hundida, se encuentra de pronto “entre extraños llenos de generosida­d, ansiosos de ver su propia claridad al final de un día oscuro”.

“Puede que sea una ingenua”, continuó la realizador­a, “pero espero que la película tenga un efecto terapéutic­o en quienes la vean. Al fin y al cabo, Clara “no es una heroína” sino una mujer corriente que, cuando le vienen mal dadas, se muestra “más fuerte de lo que ella cree”: otro mensaje de ánimo para algunos un tanto naíf.

El caballeros­o Bill Nighy apoyó con entusiasmo el planteamie­nto de la directora y guionista; defendió las historias que “subrayan más lo que nos une que lo que nos separa”, y valoró el poder de la solidarida­d entre ciudadanos como contrapeso frente a los discursos políticos “manipulado­res” que “nos enfrentan unos a otros”. Visto así, parece irreprocha­ble.

“El mundo es duro, y yo quería dar esperanza”, aduce la directora ante posibles críticas por el optimismo de su filme

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MICHAEL SOHN / AP La actriz francesa Juliette Binoche preside el jurado de la edición número 69 de la Berlinale
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