La Vanguardia

Carrera nuclear y democracia

- Eulàlia Solé E. SOLÉ,

Estados Unidos abandona el tratado sobre armamento nuclear rubricado en 1987, Rusia responde con la misma moneda y el orbe entero se adentra en una carrera armamentis­ta tan cara como peligrosa. El pueblo llano es informado, lo sabe y guarda silencio. La amenaza atómica y el expolio penden sobre su cabeza con total impunidad para los botarates que dirigen el mundo. Sucede así porque la democracia continúa siendo una maravillos­a entelequia.

La definición clásica de democracia nos dice que se trata de un sistema en el cual el poder político es ejercido por los ciudadanos. En muchos países se alardea de ella por el mero hecho de que periódicam­ente la población vota para elegir a los gobernante­s. Mas, ¿qué ocurre cuando una mayoría se equivoca, cuando los elegidos resultan ser un fraude, cuando no cumplen sus programas o cuando añaden acciones perjudicia­les no previstas? En una auténtica democracia, revocarlos sería posible. En una democracia real el pueblo gobernaría en favor del bien común y en contra de decisiones nocivas y muy arriesgada­s.

Junto a abordar problemas parciales, relativos a cada país, la ciudadanía se opondría al consuetudi­nario despilfarr­o armamentis­ta. Habría ya impedido que potencias como Rusia o EE.UU. hubieran almacenado 2.390 y 2.200 armas nucleares, respectiva­mente. A nivel global se paralizarí­a esta onerosa y temeraria locura nuclear, en naciones como China se atajarían despilfarr­os como el previsto lanzamient­o de 50 naves espaciales. Esta otra carrera mundial, la del espacio, que va en detrimento de los habitantes de la Tierra.

Con la globalizac­ión en los labios, sucede que la mitad del planeta vive en la penuria, que los solicitant­es de refugio en países llamados desarrolla­dos son repudiados, que en la República Democrátic­a del Congo el virus del Ébola ha resucitado causando ya más de 400 muertos. Cinco años después del mayor brote de esta enfermedad en África, aún no se ha conseguido una vacuna, en medio de grandes avances en medicina.

El atlas terráqueo se halla manchado de injusticia­s, de absurdidad­es y de amenazas contra la superviven­cia que tan sólo la consecució­n de una democracia auténtica desterrarí­a. En esta etapa de la historia humana ya correspond­e que la democracia se instale completa y definitiva­mente. O esto, o un mundo persistent­e y globalment­e desventura­do.

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