La Vanguardia

Hijo (a medias) de Aznar

- Francesc-Marc Álvaro

Pablo Casado piensa que todo el mundo es idiota o padece amnesia. Será por su juventud o por su facilidad para cursar másteres que el pasado –salvo para extraer de él léxico rancio como felón– le importa un comino. El líder del PP ha afirmado que “el Gobierno del PP no negoció nada con ETA”. Si a usted le molesta la historia, sólo tiene que negarla con voz firme las veces que haga falta. Ahora a esto lo denominamo­s trumpismo, antes se conocía como mentira. Aznar, padre ideológico de Casado, ordenó hablar con ETA, al más alto nivel, algo perfectame­nte documentad­o. Hablar con terrorista­s, no con políticos pacíficos y elegidos democrátic­amente.

En mayo de 1999, se produjo un encuentro en Suiza entre representa­ntes de ETA y del ejecutivo popular, en el contexto que había generado la “tregua unilateral e indefinida” que ETA había decretado en septiembre de 1998, tras la firma del pacto de Lizarra, que tenía el apoyo de los partidos nacionalis­tas vascos, Izquierda Unida y varios sindicatos y asociacion­es. Durante la tregua, Interior –con Mayor Oreja al frente– impulsó el acercamien­to escalonado de un centenar de reclusos etarras a cárceles de Euskadi. Los contactos no sirvieron de nada pero se produjeron. El obispo Juan María Uriarte fue comisionad­o –relator, mediador, etcétera– por Aznar para explorar lo que planteaba la cúpula de ETA; el prelado tenía buenas relaciones con figuras del PP y del mundo abertzale. El PSOE no acusó a Aznar de traición a pesar de que los etarras volvieron a matar tras aquel paréntesis.

Casado aprovecha que le recuerdan estas cosas para lanzar su mensaje: “La agenda que estamos viendo en Cataluña es la agenda de ETA, es decir, la

Si a usted le molesta la historia, sólo tiene que negarla con voz firme las veces que haga falta

agenda del nacionalis­mo que se alía con la izquierda acomplejad­a y apaciguada”. ETA ya no existe, pero eso es un dato menor para el demagogo, que nunca debe permitir que la verdad le estropee una campaña. Hay que estrujar el fantasma de ETA hasta el vómito. Orwell dixit: “Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro”.

Casado es hijo político de Aznar, pero sólo a medias. No del Aznar que ordenó negociar con ETA, ni del que pactó con Pujol y Arzalluz, ni del que hablaba catalán en la intimidad. Casado es hijo del Aznar que mintió sobre el 11-M, del que convirtió la FAES en la máquina del tiempo y del que escribía artículos en La Nueva Rioja; unos bonitos textos donde el entonces joven ciudadano preocupado por la patria ya advertía de los males que vendrían: “La Constituci­ón fue aprobada, sin debates relevantes, en grandes bloques sobre los que existía previo acuerdo. Y si ya había acuerdo, ¿de qué servía el debate? Este fue el primer atentado al Parlamento”. Viene de lejos. El vástago putativo –para decirlo a la manera que les place– pretende terminar la faena.

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