La Guardia Urbana grabará las actuaciones conflictivas
La policía arranca una prueba piloto con dispositivos de tres marcas y a finales de año comprará las 50 primeras unidades
A cualquiera de los policías que trabajan en la calle, si se les pregunta si llevarían una cámara a la altura del pecho para poder grabar, con imagen y sonido, las intervenciones conflictivas, responderían que si. La reflexión es del intendente mayor de la Guardia Urbana de Barcelona, Ricardo Salas, que dirige el proyecto de la policía de dotar con dispositivos de grabación al mayor número de agentes. La razón es evidente. En otras ciudades importantes como Londres el uso de las cámaras ha reducido en un 30% las actuaciones polémicas de sus policías.
Pero, poco a poco. Por el momento, la policía de Barcelona dispone de 12 dispositivos cedidos por tres de las empresas que los comercializan.
Un grupo de guardias de las comisarías de Eixample, Ciutat Vella y del Grupo de Soporte Policial, los antidisturbios, serán los encargados de probarlas en los tres turnos de mañana, tarde y noche. Las cámaras rotarán para que todos los policías experimenten con los tres modelos.
Este periodo de pruebas durará unos cuatro meses. Al terminar, los guardias redactarán un informe con los pros y los contras de cada utensilio, y propondrán mejoras de las cosas que hayan echado de menos.
Con toda esa información, y lo que les cuenten los Mossos d’Esquadra que ya trabajan con cámaras, la Guardia Urbana redactará el pliegue de condiciones del concurso para adquirir el primer lote con medio centenar de cámaras, que se distribuirán por las comisarías de los diez distritos. Los responsables del Ayuntamiento esperan poder contar con los dispositivos a primeros del año que viene. Todos los guardias que las han probado han recibido una formación en la que se recuerda las situaciones en las que puede usar la cámara, y que implica una advertencia en voz alta y clara de que empiezan a grabar. La prueba piloto cuenta con la autorización previa tanto del Departament d’Interior como la comisión de videovigilancia.
Las grabaciones están sujetas a un rígido protocolo que protege las imágenes y su uso. Los dispositivos impiden cualquier manipulación de las imágenes. Todas las grabaciones se descargan en un servidor único al que acceden solo determinados mandos de la policía autorizados para esa labor. Las imágenes se guardan por espacio de 30 días y sólo las de interés policial se incorporan al atestado que acompaña a la actuación.
Durante estos próximos meses, los guardias elegidos para la prueba piloto podrán comprobar cómo reaccionan las personas implicadas en una actuación ante la presencia de las cámaras. Los tres modelos elegidos para arrancar con el experimento empiezan a funcionar cuando el agente acciona manualmente el dispositivo. Sin embargo, hay otras cámaras o piezas que se adquieren por separado que encienden automáticamente el modo de grabación en cuanto el policía desenfunda el arma de fuego o la defensa.
“Tenemos tiempo para ir viendo cómo funcionan, cómo reaccionan los barceloneses y el valor que los jueces y fiscales den a las imágenes que se podrán incorporar a los atestados”, indica Salas.
Lo que parece evidente es que las nuevas tecnologías y las cámaras de grabación son sólo un ejemplo de cómo está evolucionando y cambiando el trabajo policial en la calle. “Para nosotros es una mejoría evidente del servicio y una garantía para nuestro trabajo en la calle, que no siempre es fácil”, indica el intendente.
Ya hay policías locales cercanas, como la de Sant Adrià de Besòs, que hace más de un año empezaron con un dispositivo y ya tienen cuatro. Sus policías están más que satisfechos y, aunque se cuentan con los dedos de las manos las veces que las han utilizado, aseguran que el mero grito de advertir que se graba ha reducido muchísimo la tensión.
Las imágenes no se pueden manipular, se guardarán 30 días y el agente debe advertir que empieza a grabar