El espacio humano
High life Dirección: Claire Denis Intérpretes: Robert Pattinson, Juliette Binoche, André Benjamin, Mia Goth
Prod.: Francia-Gran BretañaAlemania-Polonia-EE.UU., 2018. Dur.: 110 m. Ciencia ficción
Claire Denis se ha sentido atraída con frecuencia por los personajes extraterritoriales, pero nunca había enviado tan lejos a sus criaturas como en High life: al espacio exterior. No es su primera experiencia en el cine fantástico (recordemos la notable Trouble every day), pero sí en el campo de la ciencia ficción canónica, una space opera en la que el amante del género reconocerá puntuales elementos de El planeta de los simios, Naves misteriosas o la reciente Passengers, aliñados con aceite de Tarkosvki: una pizca del existencialismo y la metafísica de Solaris,
la justa para erradicar el nivel críptico.
La premisa, sin embargo, entronca con Doce del patíbulo, un clásico del cine bélico, pues los protagonistas, a la deriva en la nave donde transcurre íntegramente High life,
eran presidiarios que hallaron la posibilidad de escapar de sus condenas participando en un experimento. La historia, que se desarrolla a lo largo de varios años, está hábilmente estructurada en tres tiempos no cronológicos. Denis mantiene un tono uniforme, inflexible y algo rígido, ya filme una escena de violencia extrema (un intento de violación, seguido de un brutal enfrentamiento), una de dulce ternura (la relación entre Robert Pattinson y el bebé en los maravillosos primeros minutos de la película) o la relajada contemplación del bello invernadero.
Lo que distingue a High life por encima de todo es su originalidad: una epopeya de ciencia-ficción que, pese a los referentes, no se parece a ninguna otra. Y una exploración penetrante de la naturaleza humana y el descubrimiento del amor. Excelente reparto, con un Pattinson que, tras sus prestaciones en obras de Cronenberg, Herzog, los hermanos Safdie o James Gray, sigue desmarcándose con acierto de la imagen de vampiro romántico que le encumbró, y una Juliette Binoche literamente monstruosa (versión femenina del prototípico mad doctor), memorable en su escena onanista en esa máquina ya augurada por Woody Allen en El dormilón y aquí ingeniosamente bautizada fuckbox.