La Vanguardia

Bezos relaciona el intento de chantaje con los intereses saudíes de Pecker

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presario desnudo o “ligero de ropa” llevando –recalcan– “su anillo de boda”, otras de Sánchez con ropa sugerente o fumando en actitud erótica... “Espero que el sentido común prevalezca, y rápidament­e”.

Bezos no contestó. Al día siguiente, volvieron a escribirle con los términos de su “oferta”. A cambio de no publicar las fotos, le exigían una declaració­n pactada en la que dijera que “no tiene conocimien­to ni bases para sugerir que la cobertura de AMI estuviera motivada o influencia­da” y la advertenci­a de que si en algún momento Bezos incumple su compromiso, ellos podrían sacar a la luz “el material no publicado”.

Ser el dueño de The Washington Post (adquirió la cabecera con su fortuna personal en el 2015) hace más compleja su situación, admite el empresario, cuya fortuna personal se estima en 134.000 millones de dólares. “Es de lo que más orgulloso estaré si llego a cumplir 90 años” pero “es inevitable que algunas personas poderosas” cuya actividad es cubierta por el diario “lleguen a la conclusión equivocada de que soy su enemigo. El presidente Donald Trump es una de ellas, como es obvio por sus tuits”, afirma Bezos. Trump se refiere a menudo como fake news a las noticias del periódico y ha amenazado con abrir una investigac­ión antimonopo­lística a Amazon. “La cobertura esencial e implacable” del asesinato de Jamal Khashoggi, colaborado­r del Post, a manos de agentes de Riad es “innegablem­ente impopular en ciertos círculos”, continúa Bezos antes de evocar los supuestos lazos empresaria­les entre Pecker y la familia real saudí, de la que según The New York Times buscaba dinero para realizar compras. AMI publicó el año pasado una lujosa revista loando al príncipe heredero, Mohamed bin Salman. “Por razones que aún no podemos comprender, el ángulo saudí parece haber tocado una fibra sensible” en AMI, asegura Bezos.

“American Media cree firmemente que actúo de forma legítima al publicar la historia del señor Bezos”, replicó la empresa en un comunicado en el que anunció que investigar­á las alegacione­s de chantaje. Bezos no da ninguna prueba de sus supuestas motivacion­es políticas o de que Trump estuviera al tanto. Por ahora se desconoce cómo el material acabó en manos de AMI pero el auténtico escándalo puede estar por llegar. Los investigad­ores de Bezos creen que su móvil no fue hackeado y, según el periodista del Post Manuel Roig-Franzia, sospechan que “es posible que una entidad gubernamen­tal haya tenido acceso a sus mensajes de texto”. En su acuerdo de silencio, AMI decía que “no incurrió en ningún tipo de vigilancia electrónic­a” ni tenía “conocimien­to de esa conducta”.

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