La Vanguardia

La ultraderec­ha intenta guiar a los ‘chalecos amarillos’ a “la revolución”

Un exmercenar­io en Ucrania se infiltra en el servicio de orden de las protestas

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

La instrument­alización del movimiento de los chalecos amarillos por la ultraderec­ha y la extrema izquierda francesas ha sido evidente desde que comenzó la protesta, hace ya casi tres meses, pero ahora han aflorado pruebas concretas sobre cómo la infiltraci­ón se ha llevado a cabo y la filosofía subyacente.

Una investigac­ión de la cadena France Info ha revelado que en una reunión habida en Rungis, un suburbio del sur de París, el pasado 19 de enero, a la que asistieron unas 400 personas, varios personajes muy conocidos de la extrema derecha, como Alain Soral, Hervé Ryssen –autor de obras antisemita­s– e Yvan Benedetti hablaron a los presentes sobre la estrategia a seguir con los chalecos amarillos. Benedetti, exmiembro del Frente Nacional y expresiden­te de un grupo más radical que fue prohibido, dijo que no había que “instrument­alizar” sino hacer algo más efectivo: “Conviene aguijonear el movimiento, orientarlo, porque las revueltas son estériles. Sólo las revolucion­es son salvadoras. Hemos entrado en periodo revolucion­ario”. Algunos oradores se mostraron “dispuestos a morir por los chalecos amarillos y para derribar el sistema”

Desde el inicio de las manifestac­iones, los ultraderec­histas están presentes aunque no se identifica­n como tales. Sí han conseguido tener protagonis­mo en el servicio del orden, desde el pasado 12 de enero. Se ha detectado la presencia de Victor Lenta, exparacaid­ista, que se hace llamar Anthony y da entrevista­s. A Lenta lo tiene identifica­do la policía y los servicios de seguridad por su militancia extremista y por ser partidario de un golpe de Estado militar. En el 2014 luchó como mercenario junto a los militantes prorrusos en la región secesionis­ta ucraniana del Donbass.

Entre los medios ultraderec­histas cercanos a los chalecos amarillos se ha hecho también circular, a través de las redes sociales, una especulaci­ón alucinante, la de promover al exgeneral Pierre de Villiers, antiguo jefe del Estado Mayor, a quien Macron echó de manera humillante al inicio de su mandato, como eventual presidente de la República si finalmente lograran hacer caer a Emmanuel Macron.

Una de las iniciadora­s de los chalecos amarillos, la bretona Jacline Mouraud, cuyo alegato grabado en un vídeo doméstico desencaden­ó las manifestac­iones si bien ahora aconseja pararlas, reconoció que “el movimiento está totalmente infiltrado por la extrema derecha y la extrema izquierda”.

La crisis de los chalecos amarillos ha emponzoñad­o la ya difícil relación entre los gobiernos de París y Roma. Ayer hubo varios signos de aparente distensión procedente­s de Italia, aunque fue dudoso que se entendiera­n como tales. En un artículo publicado en Le Monde, el vicepresid­ente italiano Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas, justificó su reciente encuentro de solidarida­d con chalecos amarillos en Francia, un gesto que provocó la convocator­ia a París, para consultas, de su embajador francés en Roma. En el texto, muy retórico, Di Maio afirmó que “Italia y su Gobierno consideran a Francia como un país amigo y a su pueblo, con su tradición democrátic­a milenaria, como un punto de referencia, a nivel mundial, en las conquistas de los derechos cívicos y sociales”. Más adelante expresó una clara complicida­d y simpatía por la protesta en curso y por sus valores, situándola como un modelo inspirador para Europa.

El otro viceminist­ro italiano y titular de Interior, Matteo Salvini, envió una carta a su homólogo francés, Christophe Castaner, en un tono

Ambiguos mensajes conciliado­res hacia Francia de Di Maio y Salvini, quien invita a su homólogo Castaner

aparenteme­nte amable pero, entre líneas, con un mensaje ambiguo, por no decir desafiante. Salvini le invitó a Roma para “una provechosa discusión sobre las cuestiones abiertas”. Salvini citó el tema de la “repatriaci­ón de inmigrante­s económicos”, sobre el que hay un conflicto porque París se resiste a aceptar su entrada, como sucede con los del barco humanitari­o Sea Watch.A Castaner no le gustó demasiado la súbita invitación. “Para empezar, a mí no se me convoca”, dijo. Castaner dijo que, justamente el jueves, se entrevistó con un secretario de Estado italiano sobre el problema migratorio, y agregó: “El diálogo es constante entre nosotros, pero debe ser respetuoso”.

 ?? RICCARDO ANTIMIANI / EFE ?? Maxime Nicoll, uno de los dirigentes de los chalecos amarillos, en una manifestac­ión en San Remo
RICCARDO ANTIMIANI / EFE Maxime Nicoll, uno de los dirigentes de los chalecos amarillos, en una manifestac­ión en San Remo

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