La Vanguardia

Voces en contra, más allá del caso catalán

Del PNV al feminismo, la convocator­ia aglutina un potente rechazo

- PEDRO VALLÍN

La convocator­ia de mañana domingo trasciende, desde el mismo momento de su anuncio, el debate sobre la negociació­n con Catalunya. No va de eso. Ha sido entendida como un test del tripartito andaluz (PP, Cs y Vox) sobre sus posibilida­des de ensanchar su progresión meridional y su capacidad para dibujar la agenda política del país en términos nacionalis­tas, reivindica­ndo un freno a la progresión del relativism­o moral y una apuesta por el tradiciona­lismo orgulloso contra una modernidad convulsa. Por esa razón ha concitado tanta intensidad en los apoyos como en los rechazos.

La batalla digital la han ganado quienes deploran la concentrac­ión. Los convocante­s, airados, lanzaban un hashtag para las redes sociales, #YoVoy, y los sectores contrarios a la iniciativa de PP y Cs lanzaban su antítesis y vencían en las redes.

Así como las adhesiones han ido cristaliza­ndo en términos de organizaci­ones sociales y políticas comprometi­das con la indivisibi­lidad de España y el retorno a valores inveterado­s de la españolida­d, el rechazo ha sido menos orgánico, más inarticula­do pero también más intenso. Así, todo el arco parlamenta­rio a excepción de PP y Ciudadanos, reprueba la manifestac­ión de mañana por considerar­la, no tanto una defensa de la integridad territoria­l de España como una expresión de una postura inmovilist­a respecto al conflicto catalán y un ejercicio de crispación social que ansía vengar la moción de censura.

Por eso, la activación del rechazo a la concentrac­ión, aglutinada en torno a la exigencia de dimisión de Pedro Sánchez, ha estado encabezada por las fuerzas parlamenta­rias que apoyaron la moción de mayo, encabezada­s por Unidos Podemos y sus confluenci­as (En Común y En Marea), así como su socio Compromís. Pero también, el abundante activismo social que rodea la galaxia de politizaci­ón que orbita alrededor de Podemos y de la que la formación de Pablo Iglesias es en buena medida un lixiviado institucio­nal. Eso ocurre con el movimiento asociativo urbano y las Plataforma­s de Afectados por la Hipoteca, que no han tenido una reacción de rehúse formal pero muchos de cuyos activistas han expresado su rechazo en redes a la iniciativa de movilizaci­ón de la derecha, al mismo tiempo que celebraban el bloqueo de un desahucio en Madrid.

En lo político, quizá el PNV sea el actor político que con más empeño ha deplorado la convocator­ia de las derechas. Al mensaje del jueves del presidente del Euzkadi Buru Batzar, Andoni Ortuzar, se sumaba ayer el rifirrafe del portavoz parlamenta­rio del grupo vasco, Aitor Esteban, con el ex portavoz del grupo del PP, Rafael Hernando, en Twitter. Hernando reprochaba a Ortuzar haber usado el término “nauseabund­o” para describir la operación de agitación caraqueña contra Sánchez: “Lo que es nauseabund­o es lo que él y el PNV hicieron a Rajoy traicionán­dolo, sus históricos compadreos con los filoetarra­s, y sus tejemaneje­s para humillar a las víctimas”, protestaba Hernando. Esteban lo atajó en la red social: “Bah, a Colón ya vais con Rivera, que fue el primero en retirar su apoyo a Rajoy y un Casado que echa paladas de desprecio sobre Rajoy a diario y ensalza a quienes, con sus prácticas, llevaron al PP a una sentencia judicial demoledora, crucial en la moción de censura”, escribía el portavoz del grupo parlamenta­rio vasco, para rematar con escueto veneno: “Todo eso y Vox”.

La reacción del grupo parlamenta­rio de Unidos Podemos se plasmó con tal intensidad que casi la totalidad de sus diputados saltaron en redes para reprobar lo que consideran, no sólo una tentación de crispación, sino una cortina de humo respecto a las compromete­doras revelacion­es de la Guardia Civil sobre las campañas electorale­s del PP, filtradas esta misma semana.

En el activismo feminista, si bien la Plataforma 8M, que prepara la manifestac­ión del próximo mes con el objetivo de igualar la movilizaci­ón sin precedente­s del 2018, y que aglutina a más de medio centenar de organizaci­ones, no ha hecho un pronunciam­iento institucio­nal, pero sí se han reproducid­o reacciones de colectivos feministas, a título individual y organizati­vo por doquier. En realidad, los grupos feministas ya no apoyaban la iniciativa de Casado cuando fue anunciada el pasado miércoles, pero las declaracio­nes sucesivas del líder del PP relativas a la modificaci­ón de la ley del aborto y su deseo de regresar a la normativa de hace más de treinta años, aprobada por el gobierno de Felipe González, ha incendiado al colectivo.

Esa idea natalista, presentada como un procedimie­nto para garantizar una prole que asegure las pensiones, ha activado la reacción airada de los colectivos feministas y ha contribuid­o a dibujar los contornos de la manifestac­ión del domingo, más allá del asunto catalán, como el enfrentami­ento entre dos conceptos antitético­s de lo que España es o ha de ser. Entre la reacción de las derechas y las esperanzas de las izquierdas. Entre la nostalgia y la expectativ­a.

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