Voces en contra, más allá del caso catalán
Del PNV al feminismo, la convocatoria aglutina un potente rechazo
La convocatoria de mañana domingo trasciende, desde el mismo momento de su anuncio, el debate sobre la negociación con Catalunya. No va de eso. Ha sido entendida como un test del tripartito andaluz (PP, Cs y Vox) sobre sus posibilidades de ensanchar su progresión meridional y su capacidad para dibujar la agenda política del país en términos nacionalistas, reivindicando un freno a la progresión del relativismo moral y una apuesta por el tradicionalismo orgulloso contra una modernidad convulsa. Por esa razón ha concitado tanta intensidad en los apoyos como en los rechazos.
La batalla digital la han ganado quienes deploran la concentración. Los convocantes, airados, lanzaban un hashtag para las redes sociales, #YoVoy, y los sectores contrarios a la iniciativa de PP y Cs lanzaban su antítesis y vencían en las redes.
Así como las adhesiones han ido cristalizando en términos de organizaciones sociales y políticas comprometidas con la indivisibilidad de España y el retorno a valores inveterados de la españolidad, el rechazo ha sido menos orgánico, más inarticulado pero también más intenso. Así, todo el arco parlamentario a excepción de PP y Ciudadanos, reprueba la manifestación de mañana por considerarla, no tanto una defensa de la integridad territorial de España como una expresión de una postura inmovilista respecto al conflicto catalán y un ejercicio de crispación social que ansía vengar la moción de censura.
Por eso, la activación del rechazo a la concentración, aglutinada en torno a la exigencia de dimisión de Pedro Sánchez, ha estado encabezada por las fuerzas parlamentarias que apoyaron la moción de mayo, encabezadas por Unidos Podemos y sus confluencias (En Común y En Marea), así como su socio Compromís. Pero también, el abundante activismo social que rodea la galaxia de politización que orbita alrededor de Podemos y de la que la formación de Pablo Iglesias es en buena medida un lixiviado institucional. Eso ocurre con el movimiento asociativo urbano y las Plataformas de Afectados por la Hipoteca, que no han tenido una reacción de rehúse formal pero muchos de cuyos activistas han expresado su rechazo en redes a la iniciativa de movilización de la derecha, al mismo tiempo que celebraban el bloqueo de un desahucio en Madrid.
En lo político, quizá el PNV sea el actor político que con más empeño ha deplorado la convocatoria de las derechas. Al mensaje del jueves del presidente del Euzkadi Buru Batzar, Andoni Ortuzar, se sumaba ayer el rifirrafe del portavoz parlamentario del grupo vasco, Aitor Esteban, con el ex portavoz del grupo del PP, Rafael Hernando, en Twitter. Hernando reprochaba a Ortuzar haber usado el término “nauseabundo” para describir la operación de agitación caraqueña contra Sánchez: “Lo que es nauseabundo es lo que él y el PNV hicieron a Rajoy traicionándolo, sus históricos compadreos con los filoetarras, y sus tejemanejes para humillar a las víctimas”, protestaba Hernando. Esteban lo atajó en la red social: “Bah, a Colón ya vais con Rivera, que fue el primero en retirar su apoyo a Rajoy y un Casado que echa paladas de desprecio sobre Rajoy a diario y ensalza a quienes, con sus prácticas, llevaron al PP a una sentencia judicial demoledora, crucial en la moción de censura”, escribía el portavoz del grupo parlamentario vasco, para rematar con escueto veneno: “Todo eso y Vox”.
La reacción del grupo parlamentario de Unidos Podemos se plasmó con tal intensidad que casi la totalidad de sus diputados saltaron en redes para reprobar lo que consideran, no sólo una tentación de crispación, sino una cortina de humo respecto a las comprometedoras revelaciones de la Guardia Civil sobre las campañas electorales del PP, filtradas esta misma semana.
En el activismo feminista, si bien la Plataforma 8M, que prepara la manifestación del próximo mes con el objetivo de igualar la movilización sin precedentes del 2018, y que aglutina a más de medio centenar de organizaciones, no ha hecho un pronunciamiento institucional, pero sí se han reproducido reacciones de colectivos feministas, a título individual y organizativo por doquier. En realidad, los grupos feministas ya no apoyaban la iniciativa de Casado cuando fue anunciada el pasado miércoles, pero las declaraciones sucesivas del líder del PP relativas a la modificación de la ley del aborto y su deseo de regresar a la normativa de hace más de treinta años, aprobada por el gobierno de Felipe González, ha incendiado al colectivo.
Esa idea natalista, presentada como un procedimiento para garantizar una prole que asegure las pensiones, ha activado la reacción airada de los colectivos feministas y ha contribuido a dibujar los contornos de la manifestación del domingo, más allá del asunto catalán, como el enfrentamiento entre dos conceptos antitéticos de lo que España es o ha de ser. Entre la reacción de las derechas y las esperanzas de las izquierdas. Entre la nostalgia y la expectativa.
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