Del clic de la cámara al fogón
Berbena es una apuesta familiar llena de sensibilidad
Muchos conocen la saga Pérez de Rozas, famosos fotoperiodistas que durante décadas han colaborado con la mejor prensa de nuestro país.
Pues bien, Carles, hijo de Pérez de Rozas y Canut, cambió la cámara por las cazuelas, el ruido del clic por el murmullo del chup-chup. Hace años decidió que la cocina sería su pasión, su sustento, y también su territorio de creatividad.
Estudió en la escuela Hofmann y prolongó un largo stage con Fermí Puig en el Drolma y con Carme Ruscalleda en el Sant Pau. Después de dos años en Perú ha regresado a su ciudad natal para abrir un pequeño restaurante lleno de memoria y sensibilidad. Su nombre, Berbena, nos sitúa en un contexto de fiesta, encuentro y alegre fraternidad.
Un micro local empeñado en crear un reducido universo: no más de 5 mesas y unas barras donde se elaboran panes y bollería de madrugada, se sirven completas comidas con el menú de mediodía, se pueden tomar copas o cafés a media tarde y, a la hora de cenar, (abre la cocina a las 20 h) se proponen recetas originales en pequeños platos que recuerdan en su aderezo y condimentación historias y lugares vividos.
Carles tiene un corazón que apenas le cabe en el pecho. Sus ilusiones, sus creencias y su sensibilidad en los fogones explotan por todas las costuras. Mano a mano con su amigo Romain Hubert, chef bretón y viejo colega, confeccionan –en estas primeras semanas de rodaje– pequeñas y deliciosas recetas, nítidas, originales y muy personales. Una cocina de proximidad inteligente y apartada de modas y tendencias. Sin un menú prefijado, con una carta corta, el comensal y el chef van tejiendo la combinación preferida.
Al principio, los panes de la casa, después las gyozas rellenas de rabo de buey, el tupinambo rebozado, la cecina fresca y céléri, bonito crudo con aderezos, alcachofas en escabeche con costilla de cerdo, guisantes lágrima con berberechos... No son platos de cuchara ni tampoco con muchos formalismos, pero aportan una honesta novedad, breve y verdaderamente personal.
El surtido afinado de quesos seleccionados por Enric Canut y tres deliciosos postres configuran una cocina con corazón, sencilla y tierna. Para no perdérsela.