Salvar el cava
LA guerra de precios que mantienen las empresas del cava, sobre todo las grandes, corre el riesgo de hundir el sector, que vive una crisis sin precedentes. Incomprensiblemente mantienen desde hace años una competencia fratricida. Ello ha hundido el prestigio internacional del cava y sus márgenes comerciales. La alternativa ante la estrategia suicida actual es unirse para revitalizar la imagen del cava y consolidarla a escala mundial frente al champán y especialmente frente al prosecco, el vino espumoso italiano, de peor calidad, que le está comiendo el terreno.
Codorniu y Freixenet, las dos grandes empresas del sector junto con la bodega Jaume Serra del grupo García Carrión de Murcia, que han perdido el alma catalana al haber caído en manos del capital extranjero, buscan redefinir sus estrategias de futuro en el marco de los nuevos grupos multinacionales a los que pertenecen. En ese escenario no es extraño que algunas de las más prestigiosas bodegas catalanas del Penedés, entre ellas Gramona, Llopart, Nadal, Recaredo, Torelló y Sabaté i Coca, hayan decidido unirse en una nueva asociación, de nombre Corpinnat, para diferenciar sus cavas con una nueva marca europea que ofrezca una mayor garantía de calidad, que les permita posicionarse en un mercado más exigente. Siguen el camino de lo que hace años otras bodegas hicieron con la marca Classic Penedès. Otras iniciativas van más lejos y apuntan a crear una nueva denominación de origen que plantee requisitos más exigentes y un cava de mayor calidad.
Desde el Consejo Regulador del Cava se destaca la necesidaddedefinirunaestrategiaintegradora,sobrelabasede zonificar el cava, para que la etiqueta refleje el origen del vino, introducir el término Prémium para las gamas más altas y endurecer los requisitos para definirse como Reserva y Gran Reserva, que requieren una crianza mínima de quince y treinta meses. La intención es que en la denominación de origen puedan convivir distintas gamas de producto, con una estructura de pirámide, debidamente definida, con grandes vinos en la cúpula y otros más sencillos.
Lo que parece que está claro es que el modelo basado en los bajos precios se ha agotado. Para reposicionar la imagen del cava frente a la dura competencia del champán y del prosecco se necesita la unidad de objetivos por parte del conjunto del sector, ya que ello es clave para garantizar el retorno a la rentabilidad de todos. Las estrategias que castigan al vecino deben acabarse y hay que buscar la victoria más allá de las fronteras, que es dónde está la verdadera competencia. El mundo del cava, las viñas, las bodegas y la gente que conoce el oficio constituyen un gran patrimonio económico, cultural y social de Catalunya, y especialmente de la comarca del Penedès, que no debe dejarse perder.