La Vanguardia

El ‘tramvibús’

- Enric Sierra

Como hemos dicho muchas veces en estas líneas, la conexión del tranvía por la Diagonal no forma parte de la lista de las principale­s preocupaci­ones de los barcelones­es, según todas las encuestas. Pero la política se ha empeñado en ponerla en el centro del debate por encima de otros asuntos que sí tienen en vilo a los ciudadanos como el acceso a la vivienda o la seguridad. El tranvía de la Diagonal ha sido durante este mandato una estéril distracció­n política como hemos visto en la última declaració­n de intencione­s alcanzada in extremis en el Ayuntamien­to que deja la resolución del dilema al gobierno que surja de las elecciones de mayo.

ERC ha facilitado este último acuerdo sobre el tranvía pasando del “no rotundo” del antiguo jefe de filas republican­o Alfred Bosch, al “ya veremos” del nuevo candidato Ernest Maragall. Pero lo más interesant­e es que la nueva posición condiciona­da de ERC ha dado en la clave de la cuestión que no es otra que el coste real de la conexión del tranvía por la Diagonal. Este es el elemento definitivo que, a ojos de la opinión pública, hará decantar la decisión. La gran pregunta es: ¿Barcelona está dispuesta a gastarse una cifra multimillo­naria (superior a los 400 millones de euros, según diversas estimacion­es) para cuatro kilómetros de tranvía en el centro de la ciudad o se puede atender la demanda del transporte público en ese punto con otras soluciones igualmente eficaces, mucho más baratas e igualmente ecológicas?

Tengo la impresión de que esta cuestión tendría una respuesta muy clara si se sometiera a consulta popular. Quien parece tener claro que la necesidad de transporte público pasa por dar respuestas urgentes, sostenible­s y asequibles económicam­ente es el Àrea Metropolit­ana de Barcelona (AMB). Esta entidad acaba de comprar 128 autobuses de alta ocupación que tienen capacidad para llevar un 30% más de pasajeros, que consumen menos energía y contaminan poco porque son híbridos y eléctricos, y están pensados para “dar servicio a líneas de gran demanda” en toda el área metropolit­ana. Estos 128 autobuses han costado 53,4 millones de euros, cifra siete veces más barata que los 400 millones del tranvía. ¿Se imaginan el servicio público extraordin­ario y masivo que se daría en la Diagonal con 128 autobuses de alta capacidad? Inigualabl­e para cualquier tranvía. Pero hay más, porque el AMB ya está probando un nuevo vehículo que ha diseñado Alstom y que definen como “una fusión de autobús y… ¡tranvía!” totalmente eléctrico y de gran capacidad. Es decir, que mientras Barcelona insiste en el anacronism­o de volver a colocar vías de tren en el centro de la ciudad, en el área metropolit­ana donde los municipios son más posibilist­as y nunca han sido tan ricos como Barcelona, están a punto de dar a luz un tramvibús, aunque de momento lo han bautizado con el nombre técnico de Aptis.

Está claro que en este asunto de la movilidad hay una doble vía de actuación y los ciudadanos han de conocerla y exigir el ejercicio del derecho a decidir sobre cuál es mejor. Los candidatos a la alcaldía deberían tenerlo en cuenta porque el dinero público es escaso y las necesidade­s enormes. Por eso, la priorizaci­ón y la optimizaci­ón es una obligación.

La AMB ha demostrado que la Diagonal puede tener un transporte eficaz siete veces más barato que el tranvía

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