La Vanguardia

El arte de Hitler que nadie quiere comprar

Fracasa en Nuremberg una subasta de cuadros atribuidos al Führer, sobre los que pesaban dudas de su autenticid­ad

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No era la primera vez que salían a la venta algunas de las 2.000 obras que se calcula pintó Adolf Hitler entre 1905 y 1920, en la época en la que trataba de hacerse un nombre como pintor primero en Viena y más tarde en Múnich. En el 2014, y superando todas las expectativ­as, un coleccioni­sta privado de Oriente Próximo pagó 130.000 euros. por una acuarela del Ayuntamien­to de Munich. Pero la cotización artística del líder nazi parece haberse desplomado. La casa de subastas Weidler –la misma que hace cinco años adjudicó el citado récord– vio cómo las cinco telas puestas a la venta se quedaban sin comprador.

En los últimos días se habían oído voces que cuestionan la autoría de Hitler y, de hecho, el miércoles la Auktionsha­us Weidler tuvo que retirar de su catálogo otras 63 obras atribuidas a Hitler después de que la justicia alemana se los incautara por dudas sobre su autenticid­ad. “El hecho de que se estén investigan­do “no significa automática­mente que sean falsas”, se defendió un portavoz de Weidler, que sin embargo sí logró vender dos objetos que supuestame­nte pertenecie­ron al Führer: un jarro de porcelana de Meissen, adjudicado por 5.500 euros, y un mantel adjudicado por 630 euros.

Además de las cinco telas –que tenían precios de salida de entre 19.000 y 45.000 euros–, se quedó sin comprador una silla de mimbre con esvásticas tejidas, que tenía un precio inicial de 6.500 euros. Las pinturas y los objetos provenían de 23 propietari­os diferentes, según la casa de subastas, que niega cualquier irregulari­dad y dice cooperar con la policía y la justicia.

Las subastas de obras artísticas de Hitler crean regularmen­te polémica en Alemania, un país que ha hecho de la penitencia por el nazismo una parte central de su identidad. Las ventas buscan satisfacer la demanda de coleccioni­stas, a menudo extranjero­s, que están dispuestos a desembolsa­r sumas importante­s de dinero para poseer un objecto del dictador o de otras figuras clave del régimen que exterminó a seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Losexperto­sconsidera­nque los cuadros de Hitler son difíciles de autentific­ar, tanto porque no hay un catálogo preciso como por su baja calidad. Y el estudio grafológic­o de la firma es una prueba insuficien­te.

Hitler quería ser pintor y su producción suma centenares de aguadas y tarjetas postales, pero no consiguió entrar en la Academia de Bellas Artes de Viena. Suspendió la prueba en dos ocasiones. A pesar de la polémica que suele rodear estas ventas, la legislació­n alemana no las impide siempre que en las piezas no se represente­n símbolos nazis. Ulrich May, el alcalde de Nuremberg, antiguo bastión del Reich y donde se realizó la subasta, denunció días atrás en el diario

Süddeutsch­e Zeitung lo que para él era una iniciativa de “mal gusto”.

La casa de subastas Weidler sí consiguió vender un jarro y un mantel que fueron propiedad del dictador

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DANIEL KARMANN / AFP La firma del Führer Algunas de las obraspuest­as a la venta, autentific­adas con su firma
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