El MNAC ofrece su arte contra el estrés postraumático
Vall d’Hebron y el museo ensayarán con 15 pacientes para validar el tratamiento
El Museu Nacional d’Art de Catalunya, el MNAC, formará parte de la terapia de una quincena de mujeres con estrés postraumático, pacientes del servicio de psiquiatría de Vall d’Hebron. La mayoría son refugiadas o emigrantes que proceden de diversos países, con distintas circunstancias e idiomas, pero todas ellas con historias de violencia, maltrato y miedo que les han llevado a enfermar y, a muchas de ellas, a evitar salir a la calle. El 70% de las llegadas a Catalunya con más de 15 años han pasado por una situación de violencia de género.
Las diez sesiones de terapia en el museo durarán lo mismo que en el hospital, dos horas a la semana. Pero las que vayan a Montjuïc se sentarán ante distintas obras con psicólogos y educadores del museo. “¿Qué ves en este personaje?” (en este caso, La planchadora de Roberto Fernández Balbuena, 1930). Una mujer planchando, un brazo robusto que indica esfuerzo, cara de cansancio, una habitación agobiante por el techo bajo, una mirada perdida, está en otro sitio, no está pensando en lo que plancha, aprieta la boca ...
“Esas conversaciones sobre lo que te sugiere una obra y lo que ven las demás personas que están contigo permite, para empezar, tener un lugar seguro y acogedor en el que poder hablar, algo que no tienen muchas de estas pacientes por lo que han pasado, por el idioma que no entienden, porque sus referencias culturales y familiares se han quedado en otro lugar del mundo, por múltiples razones”, señala Guila Fidel, psicóloga especialista en estrés postraumático del Vall d’Hebron. Entre los síntomas que más se repiten hay insomnio, pesadillas, miedo a salir a la calle, lugares y personas que les recuerdan continuamente el dolor sufrido, angustia, depresión. “Para empezar, hay que lograr que cuando entren no les sea difícil ni les espante”.
Después de acogerlas y procurar un espacio de seguridad a este grupo de personas especialmente vulnerables, las sesiones se irán complicando: itinerarios con cuadros y esculturas, obras especialmente escogidas para poder hablar de eso que pasó. “También ayuda el propio hecho de salir de las batas y el hospital e internarse como cualquier otro ciudadano de cualquier parte del mundo en un lugar lleno de obras de arte”, señala el responsable de psiquiatría de Vall d’Hebron, Antoni Ramos Quiroga.
El MNAC y Vall d’Hebron están convencidos de que lo que se ofrece en las salas será un colaborador real en el restablecimiento de estas personas tan dañadas. A quince pacientes les ofrecerán las diez sesiones de terapia grupal allí. Otras quince recibirán el trair tamiento habitual en el hospital. “Evaluaremos los resultados de ambos grupos aleatorios al final de esas diez semanas. Tenemos que validar el impacto para contar con la evidencia científica necesaria para incorporar la experiencia en la oferta de tratamiento normal”, señala Ramos Quiroga.
“Es un cambio mayúsculo del papel de los museos”, resume Pepe Serra, director del MNAC. “No puede ser que el 70% de los ciudadanos ni se plantee si les interesa a un museo. El acceso a la cultura es la gran revolución pendiente, será el nuevo ascensor social. Así que decidimos ponernos en contacto con el mayor tanque de la sanidad pública y Vall d’Hebron nos recibió con los brazos abiertos. Este es uno de los proyectos que tenemos entre manos”. Otro será abrir una sala MNAC en el hospital. “Un lugar donde serenarse y disfrutar de obras del museo”, señala Vicenç Martínez Ibáñez, el director gerente del hospital.
Las conselleras de Salut, Alba Vergés, y de Cultura, Laura Borràs, reiteraron en la presentación del proyecto en el museo su entusiasmo por convertir estos espacios en una “farmacia del ánimo” y por “ofrecer recursos a estas mujeres para afrontar el futuro con confianza”.
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