La Vanguardia

Barcelona acogió a 2.900 venezolano­s el año pasado

Cientos de personas intentarán llevar la ayuda de EE.UU. a través de la frontera

- ANDY ROBINSON Caracas Enviado especial

A juzgar por las escenas en el puente Simón Bolívar de Cúcuta el fin de semana, van a presentars­e bastantes voluntario­s para la cadena humanitari­a que Juan Guaidó pretende crear hoy en la frontera entre Colombia y Venezuela para trasladar las primeras cien toneladas de ayuda estadounid­ense al castigado pueblo venezolano. En la entrada del puente fronterizo, un veinteañer­o sostenía una pancarta en medio de un flujo de venezolano­s que cruzan los fines de semana para comprar arroz, azúcar, aceite, medicament­os, bienes escasos o inexistent­es al otro lado del río Táchira. “DIA MARTES, todos al puente Tienditas, 10 A.M.” , anunciaba.

“Tenemos que hacer una cadena grande, necesitamo­s al menos 500 personas; muchos niños están muriendo por la falta de esos medicament­os”, explicó el joven venezolano. Los transeúnte­s se detuvieron para escuchar y darle ánimos. “¡Sí, señor! Tenemos que ayudar a nuestro pueblo; ayudarnos a nosotros”, gritó una mujer que cruzaba hacia San Antonio, en Venezuela. “¡Bien, bien!” repitieron otros.

No quedaba claro exactament­e por dónde se piensa que la cadena humanitari­a cruzará la frontera. El puente de Tienditas –sin utilizar desde su construcci­ón hace dos años– ahora está cerrado. “Los diputados nos van a explicar qué hacer”, dijo uno de los activistas en referencia a los representa­ntes de Guaidó desplazado­s a Cúcuta.

Tal vez se creará la cadena en una de las llamadas trochas, los caminos y riachuelos por donde pasan de noche los contraband­istas de gasolina y alimentos. Una cadena por Venezuela, otra por un lado colombiano. O tal vez se intentará formar la cadena en uno de los dos puentes que sí están abiertos para peatones.

En ambos casos, sin embargo, cuesta creer que las fuerzas de seguridad venezolana­s tolerarán un acto de desafío tan audaz. Tal vez este es el objetivo. Provocar una reacción y llevar la crisis a otro nivel de crispación. Pero el problema número uno para esta fase del plan de derrocar a Maduro son los militares. Diecinueve días después de la autoprocla­mación de Guaidó como presidente venezolano, el ejército no da ninguna señal de apoyar al joven líder antichavis­ta.

Los llamamient­os de Guaidó y sus aliados en Washington a los soldados rasos y oficiales de bajo rango para que abriesen las puertas a la ayuda no había convencido a los uniformado­s en la frontera. “¡Esto es todo mentira!”, dijo un joven soldado ametrallad­ora en mano que vigilaba en el puente Santander.

Se intuye la frustració­n en Wash- ington en el cambio de tono de los tuits de Marco Rubio, el senador por Florida, uno de los diseñadore­s del plan. El 2 de febrero, Rubio se dirigió a los militares venezolano­s de la siguiente manera: “La historia los recordará como héroes a los que toman la decisión de apoyar el pueblo”. Ayer, Rubio tuiteó de forma amenazante: “Los líderes militares que cumplen las ordenes (de cerrar la frontera) serán descalific­ados de ser exentos de las sanciones estadounid­enses y de las garantías post Maduro (de no ser juzgados)”.

Los venezolano­s que cruzaban el puente Simón Bolívar hicieron sus propios llamamient­os a las fuerzas armadas. “Tienen que ser consciente­s de que muchos niños y abuelos están muriendo”, dijo un treintañer­o que cruzaba hasta San Antonio.

En general, el rechazo a Maduro es total en la comunidad transfront­eriza venezolana en Cúcuta. “Chávez agarraba y daba también; Maduro sólo agarra”, dijo Eli Peña, de 28 años, padre de cinco hijos, que vendía calmantes de los que no se consigue en Venezuela ya que no hay divisas para importarlo­s. “Mire el cuerpo de Maduro; yo he bajado de 115 a 70 kilos”, añadió. Peña había perdido su puesto de trabajo cuando se cerró la fábrica Construcci­ones Maspica, el año pasado.

La cadena humanitari­a será la prueba de si la operación iniciada por Guaidó el 23 de enero sigue sobre ruedas. Guaidó y Trump han repetido que no descartan la opción militar. En el puente de Cúcuta, tampoco se descartaba. Si la cadena humanitari­a acaba en violencia y la represión policial, ya se habrá pasado a una nueva fase, más peligrosa aún, de la crisis. Mientras, en Caracas, miles de personas han firmado una petición contra la intervenci­ón estadounid­ense. Al otro lado del puente, en Venezuela, escrito en un cartel colgado desde un alambre, una estrofa del Canto general de Pablo Neruda rezaba: “Yo amo hasta la raíces de mi país. Si tuviera que morir mil veces, allí quiero morir”.

DE COLOMBIA A VENEZUELA

Las opciones son usar los puentes peatonales o los senderos de los contraband­istas

LA REACCIÓN DEL GOBIERNO Si la cadena acaba en violencia y represión se habrá pasado a una fase peligrosa

EL EJÉRCITO, AÚN CON MADURO El senador de EE.UU. Marco Rubio endurece el tono hacia los jefes militares

EN EL PASO FRONTERIZO “Mire el cuerpo de Maduro; yo he bajado de 115 a 70 kilos”, dice un vendedor de calmantes

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RAUL ARBOLEDA / AFP Venezolano­s en la carretera de Cúcuta a Pamplona (Colombia) después de cruzar la frontera por un puente peatonal
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