La Vanguardia

Vértigo

- Lola García

Desde el primer día que llegó a la Moncloa, Pedro Sánchez y su equipo trabajan con la vista puesta en las elecciones generales. Bajo ese prisma se toman las decisiones. Pero el objetivo era mantenerla­s lo más lejos posible en el calendario. Primero, para enseñar el muestrario de medidas a desplegar y, segundo, porque el presidente no quería ser Pedro, el breve. Si el independen­tismo apoyaba los presupuest­os, disponía de la gasolina para llegar al 2020. Valía la pena el desgaste de un diálogo con ERC y el PDECat en unas condicione­s infernales. Pero el plan se ha truncado.

Las posibilida­des de que los independen­tistas permitan la tramitació­n de las cuentas en la votación de mañana son mínimas. Aunque en el PDECat se superasen las profundas divisiones internas, ERC tampoco está demasiado por la labor, ni siquiera ante la perspectiv­a de que Sánchez convoque elecciones el 14 de abril, como se filtró ayer desde la Moncloa, con el consiguien­te riesgo de que una alianza de PP, Ciudadanos y Vox llegue al poder.

Si a Sánchez le resulta imposible aceptar determinad­as demandas del independen­tismo, como el diálogo sobre un eventual referéndum de autodeterm­inación, dada la presión ambiental y de su propio partido, a los republican­os les cuesta explicar a los suyos un apoyo al PSOE con Oriol Junqueras en el banquillo sin una contrapart­ida contundent­e.

Los republican­os prefieren que gobierne Sánchez, pero ven difícil arrancar una negociació­n en profundida­d sobre el conflicto catalán, ni siquiera sobre el futuro de los políticos presos si son condenados, en una situación de debilidad del Ejecutivo central como la actual. Para ERC, es casi mejor que el líder del PSOE aparque su relación con los independen­tistas, que tanto le desgasta, e intente llegar a la Moncloa con más brío después de pasar por las urnas. Pero esa vía tiene un riesgo evidente: que gobierne el PP.

El escenario en el PDECat está más abierto. Un sector es favorable a sustentar a Sánchez en el poder y a mantener el diálogo a toda costa, mientras que otra facción lo considera inviable si el líder del PSOE no hace alguna concesión más. En esa tesis está el presidente de la Generalita­t, como se vio ayer durante una entrevista en Catalunya Ràdio.

Quim Torra puso de nuevo sobre la mesa sus condicione­s a la Moncloa: el relator, la mesa de partidos... y la autodeterm­inación. Es decir, el planteamie­nto de máximos, en un claro intento de frenar cualquier movimiento dentro de su partido para reconducir la situación con la Moncloa. Torra se sumó después a una videoconfe­rencia con los políticos en Bruselas (a la que no se conectó Carles Puigdemont), en la que también estuvieron Elsa Artadi y dirigentes del PDECat. Prácticame­nte se dio por perdido todo intento de recuperar el diálogo con Sánchez, aunque la consellera de Presidènci­a dejó una mínima brizna de esperanza a la espera de ver cómo se desarrolla­n hoy los acontecimi­entos.

Unas elecciones en abril no son el mejor escenario en el PDECat. Los alcaldes no desean interferen­cias en su campaña municipal de mayo. Pero además ese calendario pillaría al partido con los deberes por hacer, la relación con la Crida de Puigdemont abierta en canal, sin candidatos definidos y con las encuestas a la baja en beneficio de ERC, que saldría con mucha ventaja en su particular carrera por la hegemonía política del independen­tismo.

Si, como es muy probable, ERC y el PDECat mantienen su veto a la tramitació­n del presupuest­o, la tentación para Sánchez de dar por concluido su periodo de mano tendida con el Gobierno catalán es alta. Utilizará como baza política el rechazo de los independen­tistas a las cuentas. Marcará distancias y su atención se reorientar­á por completo al combate con la derecha y a intentar recabar el máximo de votantes de Ciudadanos que no vean claro el giro a la derecha de Albert Rivera.

La fecha electoral sólo la conoce el presidente, pero hay un elemento que no puede desdeñarse en esa decisión. La sentencia del juicio a los líderes del proceso independen­tista que empieza hoy puede dictarse justo antes o después del verano. Y el resultado de unas elecciones en abril o mayo puede dar lugar a un escenario complejo en el que los partidos tarden meses en ponerse de acuerdo para gobernar. ¿Pretende Sánchez gestionar una sentencia de tal relevancia política como presidente en funciones?

Todos tienen ante sí decisiones que provocan vértigo.

Si, como es probable, no hay presupuest­o, Sánchez empezará a marcar distancia con los independen­tistas

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HAYOUNG JEON / EFE Puigdemont anoche en la cena de la gala Cine por la paz en Berlín
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