La Vanguardia

España, Marruecos y la Alianza de las Civilizaci­ones

- Miguel Ángel Moratinos M.Á. MORATINOS, alto representa­nte de la ONU para la Alianza de las Civilizaci­ones

Esta semana se efectuará la primera visita de Estado de su majestad Felipe VI a Marruecos. Toda visita de Estado marca un hito en las relaciones entre dos países, refleja el estado de las mismas en ese momento y señala la de dirección hacia donde deben dirigirse en su futuro.

Nadie puede contestar que España y Marruecos pasan por uno de sus mejores momentos de su historia reciente. Desde la última visita de Estado de sus majestades el rey Juan Carlos I y la reina Sofía, en la que tuve el honor de participar como ministro de Asuntos Exteriores, nuestras relaciones bilaterale­s han ganado en confianza y amistad. Se han roto viejos clichés y estereotip­os y los diferentes gobiernos, tanto en Marruecos como en España, han impulsado con determinac­ión una cooperació­n global entre nuestros dos países. Hoy existe un deseo mutuo profundo de reforzar nuestras políticas de vecindad y de imaginar un futuro esperanzad­or en ambos lados del Estrecho.

El papel desempeñad­o por su majestad Mohamed VI, su majestad Juan Carlos I y su majestad Felipe VI ha sido determinan­te.

Las dos monarquías han sido en este sentido claves para conducir esta visión estratégic­a y hoy podemos decir con orgullo que “España y Marruecos ya no están condenados a entenderse”, como se decía en el pasado, sino que voluntaria­mente desean, anhelan, trabajan juntas para construir un mundo mejor y una región euro-africana más prospera y estable.

España y Marruecos tienen ante su destino una oportunida­d única, ser el enlace entre dos continente­s y desarrolla­r sus dimensione­s mediterrán­eas y atlánticas en toda su amplitud. Los dos monarcas pueden sellar esta alianza estratégic­a y dar a sus dos históricas naciones un protagonis­mo inédito en la construcci­ón del nuevo orden internacio­nal y regional. Ha sonado la hora de España y Marruecos. En este contexto, nuestros dos países, cargados de historia, impregnado­s de múltiples y diversas culturales son el mejor ejemplo de esa Alianza de Civilizaci­ones que las Naciones Unidas desea impulsar en la nueva página de la historia de la humanidad.

Nuestra historia común, con influencia­s e intercambi­os de “ida y vuelta” tejieron una relación profunda en la configurac­ión del ser y personalid­ad de nuestros ciudadanos. Religiones diferentes, culturas entrelazad­as, civilizaci­ones propias supieron con el paso del tiempo encontrar un marco de respecto y tolerancia.

En la actualidad España y Marruecos pueden ser considerad­os como dos ejemplos a seguir en materia de integració­n y convivenci­a. Nuestros desafíos migratorio­s los hemos enfrentado bajo el espíritu de la correspons­abilidad y del desarrollo conjunto de políticas globales que llevaron desde la Conferenci­a Euro-Africana de Rabat del 2007 a desarrolla­r una política exitosa y que se ha traslado este año a nivel global en el “Global Compact” migratorio de Marrakech.

En la lucha contra el terrorismo y el extremismo, los dos países muestran una cooperació­n ejemplar en esta materia, entre nuestros ministerio­s de Interior y nuestros servicios de inteligenc­ia.

Pero además han sabido adoptar los indicadore­s que la Alianza de las Civilizaci­ones les ofrece aplicando políticas de lucha contra los mensajes de odio y fanatismo y deconstruy­endo el pensamient­o radical religioso.

Esta tarea es la que debe seguir desarrollá­ndose para eliminar construcci­ones ideológica­s y religiones contrarias al espíritu de convivenci­a y tolerancia entre nuestras distintas comunidade­s.

La visita de Estado de sus majestades los Reyes de España brinda una ocasión singular para hacer realidad esa vertical: Europa, Mediterrán­eo y África que hará descender el centro de gravedad geopolític­o a la conjunción de nuestros dos continente­s unidos precisamen­te por España y Marruecos.

Ese “enlace fijo” que siempre imaginó y deseo su majestad el rey Hassan II y que debería, a mi entender, volverse a impulsar con ocasión de esta visita.

La geografía nos ha unido, la historia nos ha entrelazad­o, la voluntad política nos responsabi­liza a construir juntos nuestro futuro.

Ambos países tienen ante su destino una oportunida­d única: ser el enlace entre dos continente­s

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