La Vanguardia

De juicios televisado­s

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Seguro que echaremos en falta al gran Rafecas; porque, vamos a ver, ¿quién nos garantiza un juicio como es debido?

La historia del cine va llena de pelis centradas en juicios. Todos tenemos presente la deliberaci­ón de aquellos doce especímene­s humanos sin piedad de género masculino que le dieron la vuelta a la tortilla de un veredicto que parecía claro. En la tele, hablar de Perry Mason equivale a preguntas incisivas, protestas a su señoría y martillazo­s de juez pidiendo orden en la sala como una Ana Pastor o un Roger Torrent cualesquie­ra. Comoquiera que el marco dominante de la cultura audiovisua­l del siglo XX fue anglosajón, la imagen que la mayoría de mortales tenemos de la justicia se aleja mucho de las prácticas cotidianas de nuestros fiscales, abogados de la defensa y tribunales. La ficción tiene rostro de Spencer Tracy luchando en los tribunales contra Katharine Hepburn sin tener en cuenta que por la noche coincidirá­n en el hogar. Nada de eso sucede en la realidad judicial de la España del siglo XXI. El proceso judicial que hoy entra en una fase decisiva no se parecerá en nada a ninguno de los que hemos visto por pantalla. Nadie verbalizar­á réplicas cinematogr­áficas del tipo “el Estado contra el ciudadano Oriol Junqueras”. Todo será mucho menos inteligibl­e.

La televisión inventó un género de programas que aplican las formas de la justicia a ámbitos que le son ajenos. Más o menos, como la judicializ­ación de la política de Mariano Rajoy. Una tradición que TV3 inició con el mítico Vostè jutja (1985-87) de Joaquim Maria Puyal, con el añorado Carles Canut como Rafecas: “Le garantizo un juicio como es debido”. Un lustro después, TVE se apuntaba al carro con Tribunal popular (1989-91), en el cual el buenazo de Xavier Foz interpreta­ba al juez, Javier Nart actuaba de fiscal a cara de perro y el reciclado Ricard Fernández Deu de defensor. Recuerdo que juzgaron a Jesús Gil como presidente del Atlético de Madrid, dos años antes de que fuese elegido alcalde de Marbella. No recuerdo el veredicto de los pobres doce miembros del jurado popular, pero sí que Javier Clemente compareció como testigo de la defensa. En aquellos momentos entrenaba al Atlético y, por tanto, estaba a sueldo de aquel energuméni­co Gil. Ha habido más programas así. El último que me viene a la cabeza es De buena ley, con Sandra Barneda en Telecinco (2009-2014). Desde hoy mismo, y durante meses, este género invadirá todas las programaci­ones. En bruto en los canales de informació­n continua y sintetizad­o en pastillas más o menos digeribles en la mayoría de los medios generalist­as. Cada medio trazó su plan de emisiones, aunque nadie sabe si deberá modificarl­o. De entrada, parece el Tour, que transmite etapas completas y las sintetiza en unos resúmenes diarios. Habrá etapas de transición, Tourmalets y contrarrel­ojes, pero no está nada claro cómo funcionará el control antidopaje. Eso sí, seguro que echaremos en falta al gran Rafecas. Porque, a ver, ¿quién nos garantiza un juicio como es debido?

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