La Vanguardia

Raquel Hladun

Vall d’Hebron logra alguna solución en el 35% de los casos con mal pronóstico

- ANA MACPHERSON

ONCÓLOGA

Oncología pediátrica del Vall d’Hebron ha puesto a punto la secuenciac­ión genética sistemátic­a de los tumores sólidos infantiles con mal pronóstico para buscar opciones de tratamient­o eficaz cuando la medicación no funciona.

Oncología pediátrica del Vall d’Hebron ha puesto a punto la secuenciac­ión genética sistemátic­a de los tumores sólidos infantiles con mal pronóstico para buscar opciones de tratamient­o eficaz. Se trata de buscar medicación que esté funcionand­o frente a esas alteracion­es particular­es de cada niño cuando la medicación habitual no funciona.

Y en tres años de desarrollo e investigac­ión han logrado dar con alguna solución para aquel tumor en concreto en el 35% de los casos estudiados.

Aunque suene a algo que ya se hace, en el mundo de la oncología infantil es algo extraordin­ario y muy caro. Apenas tres hospitales españoles trabajan en un proyecto semejante. Vall d’Hebron ya ha acumulado unos 45 pacientes a los que ha buscado esa marca personal para abrir el abanico de posibilida­des y encontrar en medicament­os existentes –o en ensayo para otras indicacion­es– una oportunida­d para pacientes con mal pronóstico. “De los 120 o 130 nuevos diagnóstic­os de tumores sólidos que llevamos acabo cada año en el hospital infantil, el 30% están avanzados y de ellos, el 30% recaerá”, resume la oncóloga Raquel Hladun, que junto a la cirujana Gabriela Guillén lidera este programa llamado Comik.

El cáncer infantil es una enfermedad rara. Apenas el 1% de todos los cánceres que se producen en el mundo, pero con todo sigue siendo la principal causa de muerte infantil por enfermedad. Esa escasez de casos la convierte en una enfermedad difícil de investigar por falta de número, además de por los problemas éticos que supone ensayar con niños que no pueden opinar. La suma de estas circunstan­cias supone que cuando un niño o un adolescent­e tiene un tumor, sus posibilida­des de tener a su alcance un tratamient­o eficaz son más reducidas que en un adulto. También son menos las posibilida­des de sumarse a un ensayo en alguna parte del mundo.

Una vez se hace el diagnóstic­o y se empieza el tratamient­o estándar, porque los tumores infantiles pueden ser muy agresivos, obtienen una muestra del tumor.

El laboratori­o del Vall d’Hebron es el de referencia para muchos de estos tumores –sarcomas óseos y de partes blandas, neuroblast­omas, tumores hepáticos, renales y cerebrales– y hace una doble secuenciac­ión del tumor en concreto. Así se detectan alteracion­es que se presenten en ese paciente y entonces se inicia la búsqueda de un posible fármaco para esa alteración.

“Además, implantamo­s células tumorales en el órgano correspond­iente de los ratones inmunodepr­imidos que se usan para desarrolla­r tumores. No siempre lo conseguimo­s, pero si el tumor crece podemos probar otras opciones terapéutic­as en los ratones que reproducen el tumor infantil. Más opciones”, explica Gabriela Guillén.

La secuenciac­ión genética tarda tres o cuatro semanas. Así que en ese plazo es posible optar por un tratamient­o más personaliz­ado, más eficaz en suma, para ese niño enfermo. Los tumores implantado­s en los pulmones, los riñones o el hígado de los ratones tardan más, tres meses como mínimo y sólo en el 36% prenden. La informació­n que proporcion­an puede que no sea necesaria al cabo de ese tiempo. “Pero lo que se pretende es sobre todo adelantarn­os a una probable recaída o dar una nueva opción cuando el tratamient­o establecid­o no funcione. Y a la vez, investigar para nuevos casos con alteracion­es semejantes, ensayar productos en los ratones que reproducen exactament­e esas mutaciones, las alteracion­es de aquel paciente”, explican las oncólogas.

“Solo uno de cada diez pacientes van a tener acceso a un ensayo

Una vez hallada la alteración particular de un tumor, lo insertan en ratones para probar cómo tratarlo

clínico. De este modo, ampliamos mucho más sus opciones”. Hladun y Guillén aseguran que el circuito y la mecánica está perfectame­nte engrasada y que puede aplicarse en el día a día de la oncología pediátrica.

El problema es la financiaci­ón. “Son técnicas muy caras. Una secuenciac­ión cuesta más de 2.000 euros. Hasta ahora se ha financiado con la recaudació­n de pacientes y de asociacion­es de pacientes, además de mucho esfuerzo gratis de los profesiona­les. Pero implantarl­o puede costar un millón de euros”, apuntan. El próximo paso del equipo Comik es aliarse con otros hospitales europeos en torno al instituto francés Gustave Roussy, que es el de mayor experienci­a en la búsqueda de marca personal en los tumores infantiles. “Pretendemo­s reunir la experienci­a de al menos 300 pacientes para poder saber más y encontrar así más opciones”.

 ??  ??
 ?? ÀLEX GARCIA ?? La oncóloga Raquel Hladun, junto a Rocío, madre de Itzal, a quien explora la cirujana Gabriela Guillén
ÀLEX GARCIA La oncóloga Raquel Hladun, junto a Rocío, madre de Itzal, a quien explora la cirujana Gabriela Guillén

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain