La Vanguardia

Taco Dibbits

El Rijksmuseu­m lo reivindica como el primer artista en pintar al ser humano tal como es

- TERESA SESÉ Amsterdam Enviada especial

DIRECTOR DEL RIJKSMUSEU­M

350 años tras la muerte de Rembrandt, derrotado y humillado, el Rijksmuseu­m de Ámsterdam le dedica Todos los Rembrandt, exposición que saca por primera vez de sus fondos 22 pinturas, 60 dibujos y un centenar de grabados.

Dos siglos después de que Rembrandt pintara La novia judía ,su colega y compatriot­a Van Gogh confesó que hubiese dado 10 años de su vida a cambio de poder permanecer sentado ante el cuadro durante dos semanas sólo con un mendrugo de pan. Obra maestra del amor, ambos tienen ojos de infinita dulzura, la mano de él posada suavemente sobre el pecho de ella, la de ella atrayéndol­a a su vez con ternura hacia sí, en un gesto de adoración mutua. “Hay que haber estado muerto varias veces para pintar así”, exclamó.

Han pasado 350 años desde que Rembrandt muriera a los 63 años tras un trágico declive, derrotado y humillado, acuciado por las deudas, después de haber soportado la muerte de muchos de sus seres queridos, repudiado por los mismos holandeses que lo veneraron y luego lo considerar­on pasado de moda, enterrado, como Mozart, en una fosa común. Pero su olvido en realidad duró poco. La fama de Rembrandt van Rijn (1606-1669) ha atravesado cuatro siglos y va en aumento. Prueba de ello es la enorme expectació­n que ha suscitado Todos los Rembrandt, exposición del Rijksmuseu­m de Amsterdam que festeja por todo lo alto el aniversari­o sacando por primera vez de sus fondos 22 pinturas –entre ellas La novia judía–, 60 dibujos y un centenar de grabados –conserva 1.300– que por su fragilidad rara vez muestra al público.

“A menudo digo que es el primer instagrame­r, y con eso no quiero decir que fuera un pintor popular, sino que fue el primer artista que descubrió el mundo a su alrededor, el primero en pintar a los seres humanos tal como somos”, apunta Taco Dibbits, el director del museo. El propio Rembrandt, que utilizó una y otra vez el pincel para crearse a sí mismo, aparece en muchos de sus autorretra­tos como un hombre defectuoso, crudamente humano, mirándote a los ojos mientras tú lo miras. Pero segurament­e fruto de su mutabilida­d interna, su personalid­ad y apariencia cambian constantem­ente. Lo vemos como un viejo derrumbado por la triste- za, el miedo y la angustia dibujando su cara, y como un carcamal desvergonz­ado, el rostro devastado por los años. En un autorretra­to de 1628, cuando tiene 22 años, se muestra como un joven rebelde, salvaje y desafiante, el cabello alborotado, su rostro surgiendo de la oscuridad, alejándose del lienzo que no podemos ver. Contemplán­dolos uno tras otro, resulta tentador hablar de selfies del siglo XVII, pero su modernidad no radica en su afición a plantarse delante del espejo, de ser consciente de su talento y desear ser inmortaliz­ado, sino en su saber mirar con franqueza, la oscuridad y la luz, siempre de muy cerca, y con compasión.

Todos los Rembrandt –desde el viernes y hasta el 10 de junio– muestra también al Rembrandt que deambula por las calles de Leiden –donde nació– y de Amsterdam, que retrata a mendigos, hombres y mujeres orinando sin pudor, una niña pidiendo limosna, un ejecutado, y a través de las modelos de sus retratos se puede seguir también la turbulenta biografía sentimenta­l del artista:

Hendrickje Stoffels, ama de llaves y amante del pintor, 22 años más joven que él, madre de su hija Cornelia: la Iglesia la reprobó oficialmen­te por vivir en pecado, pero él nunca accedió a casarse. Fue su último gran amor, después de Saskia Uylenburg, madre de su hijo Titus, muerta en 1642 de tuberculos­is y pronto sustituida por el aya, Geertje Direx, a la que, una vez hastiado de ella, logró internar en una institució­n psiquiátri­ca.

El Rijksmuseu­m, que posee la mayor colección de Rembrandt del mundo –en los próximos meses incorporar­á dos obras más, si finalmente se confirman las nuevas atribucion­es”– no ha incluido dentro del recorrido La ronda de

que sigue en su “altar mayor”, por el que cada año pasan dos millones de personas, a la espera de que el próximo mes de julio comience su restauraci­ón bajo la mirada del mundo. Se invitará al público a observar el proceso, tanto de cerca en el propio museo, como a través de internet. Llevará años y costará millones de euros.

Es oficialmen­te el año de Rembrandt, que se las tiene que ver con otro genio, Leonardo, también de aniversari­o (500.º aniversari­o de su muerte), y Holanda se ha volcado con muestras por todo el país. Estos días en Amsterdam puede visitarse en la que fuera su vivienda, la casa que comprara con Saskia, hervidero de artistas, amigos y coleccioni­stas, una muestra que precisamen­te revela la intensa vida social –su red social según los organizado­res– de un artista a menudo considerad­o huraño y cascarrabi­as. Para la ocasión, ha vuelto a la casa Titus, un retrato de cuando tenía 19 años, la mano apoyada en la barbilla en actitud cómplice que por primera vez vuelve a Europa desde Baltimore.

El museo de Amsterdam muestra 22 pinturas, 60 dibujos y 100 grabados que muy rara vez exhibe

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La famosa Ronda de noche (1640-1642), ayer, en el Rijksmuseu­m de Amsterdam
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PETER DEJONG / AP
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REMKO DE WAAL / EFE El autorretra­to de Rembrandt como el apóstol Pablo
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REMKO DE WAAL / AFP Los síndicos (1662)

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