La Vanguardia

Otra vez la tormenta perfecta

- Fernando Ónega

Ocurrió lo anunciado. El aviso de los independen­tistas no era una amenaza; era el fruto natural de un pacto que no podía existir: la permuta de presupuest­os por autodeterm­inación. Y, como no podía existir, no existió. Pedro Sánchez descubrió de pronto que no podía asumir la responsabi­lidad histórica de convocar o autorizar un referéndum en Catalunya y en menos de una semana provocó un seísmo. Ahora volvemos a estar metidos en otra tormenta perfecta: un gobierno derrotado por las minorías en su proyecto más emblemátic­o; una mayoría formada para tumbar a Rajoy, destrozada por tiempo indefinido; un juicio de incierto resultado para las tensiones soberanist­as de Catalunya. Y, en el horizonte, todas las elecciones posibles: locales, autonómica­s en la mayor parte de las comunidade­s, europeas y, desde el tropiezo de ayer, también generales. Todo es como una gran sacudida; “una olla a presión”, escribió hace unos días el director de este diario. El adivino que sepa cómo estará la política de este país dentro de cuatro meses buen adivino será.

Naturalmen­te, todo se puede agravar y el factor que agrava el panorama se está viendo cada día en la informació­n y en las declaracio­nes políticas: la aparición del rencor como nivel máximo de la crispación. Se utilizan con toda normalidad palabras que creíamos desterrada­s del vocabulari­o político. Aún resuena las calificaci­ones de traidor y felón al presidente del Gobierno. Tardà entendió que la ministra de Hacienda le llamaba chantajist­a. A los procesados que se sientan en el Tribunal Supremo les siguen llamando golpistas. Torra llamó fascistas a los asistentes a la manifestac­ión del pasado domingo.

Los líderes de los partidos de la coalición andaluza están metidos es una pelea cainita. Y las encuestas muestran una división del voto y una desconfian­za en la clase política que no habíamos visto en toda la etapa democrátic­a.

Cuando mañana el señor Sánchez comunique la fecha de las elecciones abrirá las compuertas de un embalse cuyo virulento desagüe provocará riadas. Este país lo aguanta todo y será capaz de soportar la coincidenc­ia en el tiempo del llamado “juicio del siglo” y sus acusacione­s al Estado y la tensión de tres meses de enfurecida campaña electoral. Lo que ignoro es si soportará el ambiente de ajuste de cuentas que se respira. Porque eso es lo que hay debajo de la superficie: ansia de ajuste de cuentas. Entre todos. Entre los que se alían en un sitio y se pelean en otro. Entre los que no se perdonan lo que consideran usurpación. Empieza a dar miedo el día después. Pero ¿quién dijo miedo en la España de los redaños? Dejémoslo en ansiedad. Lo que tenía que ocurrir, ocurrió. Lo que tenga que ocurrir, ocurrirá.

Este país lo aguanta todo, pero ignoro si soportará el ambiente de ajuste de cuentas que se respira

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