La Vanguardia

El dispositiv­o del hombre muerto

- Quim Monzó

Vas en tren –o en metro– a una hora en la que hay pocos pasajeros, y ves que hay uno que se ha dormido. El cansancio no perdona y cualquier hora es buena para echarse una siesta. Pero a veces duerme tan profundame­nte que incluso en ciertos momentos ronca, flojito. Las paradas se suceden. El convoy se detiene en cada una y, si alguien pulsa el botón, las puertas se abren y baja. Pero el hombre dormido –o la mujer, ahora no discutirem­os por ese detalle– continúa impertérri­to. ¿Y si es esta la estación en la que tiene que bajar y no se da cuenta? A veces piensas que quizá deberías despertarl­o, para que no se pasara de parada. Pero ¿quién eres tú para quebrarle el sueño? Quizás está inmerso en el más delicioso de su vida. La conclusión tranquiliz­adora es decidir que probableme­nte vaya a la última estación del recorrido, esa en la que el tren, o el metro, se detendrá por completo, con una rotundidad que hará que irremediab­lemente se despierte, de forma que decides desentende­rte.

Pero ¿y si es el conductor quien se pasa de parada? Eso sucedió la semana pasada en la R11, que va de Barcelona

Respeto por los pasajeros que duermen en el tren: nada de despertarl­os por miedo a que se pasen de estación

Sants a Portbou. Lo explica Laura Fanals en el Diari de Girona: “Un buen susto es lo que se llevaron los viajeros de un tren que el jueves 7 de febrero circulaba en dirección a Figueres cuando vieron que no se detenía en la estación de Flaçà, donde tiene parada habitual. Según ha explicado Renfe, se trató de un ‘error humano’ del maquinista, aunque él mismo se dio cuenta de ello enseguida y avisó al centro de control. La solución fue que los viajeros bajaran en Sant Miquel de Fluvià y desde allí volvieran con otro convoy hasta Flaçà. En total, los dieciséis viajeros afectados sufrieron un retraso de media hora. Sin embargo, Renfe deja muy claro que fue exclusivam­ente un ‘error puntual’ que no afectó de ninguna manera a la seguridad de los pasajeros”. Una seguridad por la que sufrieron cuando se dieron cuenta de que, a punto de llegar a Flaçà, el tren no disminuía su marcha ni se paraba en la estación. ¿Y si el conductor había tenido un infarto, por ejemplo? ¿Hasta dónde los llevaría aquel convoy desbocado?

Renfe (que la semana pasada añadió a su historial el choque de trenes, con resultado mortal, entre Sant Vicenç de Castellet y Manresa) dice que en Flaçà en ningún momento hubo peligro para los viajeros porque hay un sistema de seguridad –el llamado “dispositiv­o del hombre muerto”– que hace que el maquinista tenga que interactua­r cada tanto con un elemento mecánico. Si no lo hace, el tren frena automática­mente. La solución fue que los pasajeros que tenían que bajar en Flaçà lo hicieran en Sant Miquel de Fluvià y, allí, cogieran un tren de vuelta hacia su estación. Aún gracias, viendo cómo van las cosas en Renfe. Qué felicidad, cuando viajas en Rodalies, ser el pasajero dormido que no se entera de las estaciones por las que pasa y, así, se ahorra sustos como ese. Nunca más me preguntaré si debería despertarl­o o no.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain