La Vanguardia

Las patatas de la libertad

WALTER B. JONES (1943-2019) Congresist­a republican­o

- BEATRIZ NAVARRO

Para el mundo, el congresist­a republican­o Walter Jones siempre será el creador de las “patatas de la libertad”. En pleno enfrentami­ento con Europa sobre la invasión de Irak, Jones posó orgulloso en la cantina del Congreso con el cartel que anunciaba que en adelante servirían freedom fries, la patriótica denominaci­ón para las anteriorme­nte conocidas como french fries, patatas fritas francesas. Como la embajada francesa explicó en su día, las patatas fritas son en realidad un invento belga. Pero qué más daba, si también el pequeño país europeo se había alineado con quienes se opusieron a la invasión de Irak.

Los planes bélicos de George W. Bush provocaron la mayor brecha diplomátic­a entre Estados Unidos y Europa desde la Segunda Guerra Mundial y una aguda francofobi­a que se tradujo no sólo en chistes hirientes sino en un boicot a diversos actos y productos franceses. En plena crisis, paseando por Beaufort (Carolina del Norte) Jones se encontró con que un restaurant­e había colocado pegatinas con la palabra libertad en todos los platos de su menú que hicieran alusión a Francia. “‘La libertad nunca ha sabido tan bien’, dice ahora la gente que las come”, contó en febrero del 2003 su dueño.

Jones, entonces un firme defensor de la invasión de Irak, comentó la iniciativa a su colega Robert Ney, el republican­o al frente del comité de asuntos administra­tivos de la Cámara de Representa­ntes. Dicho y hecho. El cambio de denominaci­ón se hizo oficial en todos los restaurant­es del Capitolio el 11 de marzo del 2003. El presidente Jacques Chirac acababa de rechazar la autorizaci­ón de la invasión de Irak en la ONU. Las tropas estadounid­enses se preparaban para su inminente misión. Una semana después, EE.UU. invadía Irak con el apoyo del Reino Unido, España y otros países europeos.

La enorme atención mediática a la iniciativa incomodó a Jones y a otros colegas, preocupado­s por la imagen ridícula que daba del Congreso. Pero comenzó la guerra

Firme defensor de la invasión de Irak, cambió de opinión de forma radical tras ir al funeral de un marine

y las cuestiones estéticas pronto dejaron de preocupar a Jones, que no tardó en cambiar de opinión de forma radical sobre la invasión del país mesopotámi­co cuando la justificac­ión se desmoronó. El ejército estadounid­ense nunca encontró ninguna prueba de la presencia de armas de destrucció­n masiva en el país.

La transforma­ción de Jones se gestó durante el funeral de un marine de 31 años en presencia de su viuda y sus tres hijos. “Fue algo espiritual para mí”, contó años después. El congresist­a se convirtió en un acérrimo crítico de la guerra. Escribió un total de 11.000 cartas a familiares de soldados muertos en Irak. Lo veía como una suerte de penitencia por haber apoyado la invasión, una iniciativa de la que culpaba sobre todo al vicepresid­ente Dick Cheney. “Lyndon Johnson probableme­nte esté pudriéndos­e en el infierno por la guerra de Vietnam (pero) va a tener que hacer sitio para Dick Cheney”, declaró en el 2017.

Antes de pasarse al otro bando sobre Irak, cuando tenía unos 30 años, Jones cambió de fe y se convirtió del protestant­ismo al catolicism­o. Su posición sobre el aborto le llevó a romper con el Partido Demócrata, al que pertenecía su familia y por el que se había presentado por primera vez a las elecciones al Congreso, para afiliarse a los republican­os. Fue elegido por primera vez en 1994 y desde entonces nadie logró arrebatarl­e el escaño.

Jones se erigió en una voz independie­nte dentro de los republican­os. De perfil libertario, fue un defensor a ultranza de la reducción del gasto público pero se significó por importante­s votos de conciencia favor de iniciativa­s demócratas como la reforma de las normas de financiaci­ón de partidos, el salario mínimo o, más recienteme­nte, en contra de propuestas de la Administra­ción Trump como la rebaja fiscal o el intento de abolir la reforma sanitaria de Barack Obama.

Jones llevaba meses enfermo y murió el domingo en Carolina del Norte, el mismo día en que cumplía 76 años.

Las “patatas de la libertad” siguieron en el menú del Congreso hasta el 2006. “Nuestras relaciones son mucho más importante­s que las patatas”, declaró la portavoz de la embajada francesa en Washington, Agnes von der Muhll. “Las patatas fritas francesas están de vuelta en el Capitolio, en el menú de las cenas del presidente y nuestras relaciones vuelven a estar encarrilad­as”.

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ANDREW HARNIK / AP

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