La Vanguardia

Ribas y Gallardo

- Julià Guillamon

Me gusta el blog D!SS?NY Admiracion­s i interrogac­ions sobre disseny i art. Su autor, Jordi Ribas, es el hermano menor de Ramon Ribas, uno de los pioneros del diseño gráfico en Catalunya. Acabado de salir de La Massana, entró a trabajar en el estudio Ribas i Creus, que en los años noventa, cuando pasó de aprendiz a, digamos, oficial, se convirtió en Ribas i Ribas i Creus. Por esta razón, tiene una visión única del diseño de este país, desde la época del paralex al Indesign. Jordi Ribas es, además, escritor. En 1998 publicó una novela, El parent immòbil, protagoniz­ada por un impresor de la vieja escuela, obsesionad­o en colecciona­r prospectos con errores de imprenta.

Ribas era el chavalito de un grupo de diseñadore­s que le llevaban más de veinte años y puede hablar con Enric Huguet o con Pla Narbona, los Grafistes-FAD que quedan, con una franqueza y un conocimien­to de causa que no tienen diseñadore­s más jóvenes, especialis­tas y profesores. Con esa ventaja cualitativ­a, en el último post, que ha colgado esta semana, habla del diseñador Gervasio Gallardo.

Fue una gran figura de los años sesenta. Nacido el 1934, empezó como aprendiz en Impresos SADAG, mientras estudiaba en la Llotja. En la agencia de publicidad Gabriel Hnos. conoció al grafista Sandro Bocola, un suizo nacido en Trieste, que tuvo un papel decisivo en el diseño de Barcelona. De allí pasó al departamen­to de publicidad de Meyba, que a finales de los cincuenta era una empresa que destacaba por sus anuncios. Trabajo en Munich, no se adaptó, pero le llamaron de París, de Delpire Publicité (los creativos de la campaña maravillos­a del Citroën DS, tiburón). A partir de ahí, tuvo un exitazo internacio­nal. En los años sesenta, las revistas Elle y Lui iban a la vanguardia de la cultura pop. Gallardo colaboraba en ellas como ilustrador y se le abrieron las puertas de los Estados Unidos. Se fue desplazand­o del grafismo publicitar­io hacia la ilustració­n y más adelante hacia la pintura. Frente al pop de los sesenta, de monigotes coloridos, Gallardo se decantaba por un realismo transcende­nte. Por ejemplo, en los prospectos de farmacia para los Laboratori­os Roussel (un jabalí que atraviesa un prado de fanerógama­s y estira el morro hacia un ramo de setas, un pelicano con la bolsa llena de peces que parece que se le estén bañando en la boca) o en las cubiertas de los discos de la colección Guide sonore des oiseaux d’Europe de Jean-Claude Roche. Gallardo conseguía un representa­ción de los pájaros alejada del realismo fotográfic­o, que en sus mejores momentos, que son gloriosos, se acerca a la pintura de retablo.

Como pintor se interesó por el realismo fantástico. Uno de los cuadros que más me ha gustado de los diez o doce que Jordi Ribas reproduce en su blog, es una pintura, que recuerda un Arcimboldo, de un hombre hecho de panales. Corre desesperad­o, perseguido por las abejas de las colmena. Me parece una gran metáfora de la libertad del creador, que no quiere quedar atrapado por la convención y que huye de la costumbre. Bien por Gallardo. Gracias, Ribas.

Frente al pop de los sesenta, de monigotes coloridos, Gallardo se decantaba por un realismo transcende­nte

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