Los dibujos de Lina Bo Bardi, la mujer de la Casa de Vidrio, recalan en la Miró
Un centenar de obras de la arquitecta y artista italobrasileña, en Barcelona
Siempre nadó contracorriente. Su obra, en perspectiva, luce como un mapa de ideologías. Lina Bo Bardi, arquitecta nacida en Roma en 1914 (su verdadero nombre era Achillina Bo) encontró en Brasil su esencia más genuina. Ahora una de sus facetas más interesantes –sus dibujos– llega a la Fundació Miró.
Comisariada por Zeuler Rocha Lima, Lina Bo Bardi dibuja muestra el profundo sentimiento de conexión entre arquitecta y boceto. “Ha sido una de las colaboraciones más bonitas de mi vida”, afirmó Rocha Lima, también arquitecto que lleva varias décadas investigando en la figura de esta mujer que, según sus palabras “se guió siempre por la ética y la modestia. Eso le une, por ejemplo, a Joan Miró”.
A lo largo de su vida Bo Bardi conservó más de 6.000 dibujos y bocetos en sus archivos personales de São Paulo, donde murió en 1992. La muestra pone su foco sobre una cuidada selección de cien imágenes. Allí, compendiado, está su pensamiento. La obra, en distintas técnicas –lápices, acuarelas, gouache...– sella su concepto de dibujo como algo necesario y doméstico, un hábito que descubrió de niña de la mano de su padre, pintor aficionado. No es una selección hecha bajo el criterio de escoger piezas visualmente atractivas sino de generar libres asociaciones. “El dibujo es, para ella, una acción, un gesto, decidir, un refugio”. Su primer dibujo documentado: un árbol muerto.
Miembro del Partido Comunista Italiano, su estudio fue destruido en 1943 tras un bombardeo aéreo. “Para ella un monumento era un símbolo fascista y repetía que se había hecho arquitecta cuando todo estaba destruido, que la guerra la formó”. Junto a Bruno Zevi fundó el semanal Cultura della Vita y ese fue un período en el que participó activamente de la resistencia a la ocupación alemana. Tres años después
Rocha Lima: “Repetía que se había hecho arquitecta cuando todo estaba destruido, que la guerra la formó”
conoció, mientras la entrevistaba, al periodista Pietro M.ª Bardi: se casa con él y decide emigrar a Brasil.
Brasil abre su alma. Allí empieza a trabajar en el que sería su primer proyecto: la Casa de Vidrio, su propia casa. Se conservan unas hermosas fotografías de una joven Bo Bardi posando entre esas paredes que fueron la semilla de su cosmos arquitectónico en esplendor.
La exposición se articula en cuatro ámbitos: el espacio (“no olviden jamás construirlos pensando que son para habitar”), las personas, las plantas (en su visita a Barcelona en 1956 le impactó la relación gaudiniana con el mundo floral) y la conservación de objetos. Para Rocha Lima la muestra cuestiona la era digital: “que sea el dibujo un modo de resistir ante el ataque del espejo negro del iPhone. Unos dibujos pequeños, frágiles, íntimos”.
Marko Daniel, director de la Miró, amén de recordar el grave bache económico que vive la entidad (un déficit acumulado preocupante y el descenso de visitantes en los ocho últimos años, “una situación insostenible”), definió la muestra como “una oportunidad”. Un regalo, el trazo profundo de una de las creadoras consideradas como de las más influyentes del siglo XX.