La Vanguardia

El drama de nacer

En ‘Cafarnaúm’, un niño denuncia a sus padres por haberle dado la vida

- FERNANDO GARCÍA

La realizador­a libanesa Nadine Labaki narra en la cinta nominada al Oscar Cafarnaúm la historia de Zain, un niño que decide denunciar a sus padres por haberle engendrado tras padecer una infancia de miseria y abandono en Beirut.

Zain puede hacerte un nudo en la garganta, te puede indignar y tal vez te plantee un dilema ético. Él es un niño de la calle con un número indetermin­ado de hermanos que se busca la vida en Beirut; una vida tan miserable que un día decide demandar a sus padres por habérsela dado. La cinta, Cafarnaúm, de Nadine Labaki, está nominada al Oscar a la mejor película extranjera.

La historia contiene distintas tramas de ficción que la directora verificó sobre el terreno como parte de la realidad: la venta de la hermana de Zain con 11 años para casarla con un comerciant­e; la aventura del chaval cuando se ve abocado a cuidar de un bebé del que no puede hacerse cargo; su caída en el chantaje de los contraband­istas de seres humanos…

La esencia de lo que muestra la cámara de Labaki es tan veraz como doloroso y vergonzant­e para la raza humana. Ella quería ponernos antes los ojos hasta qué punto los niños de su país “pagan los errores de los adultos, nuestras guerras y conflictos y las malas decisiones del gobierno sin que nadie haga nada”, explica a La Vanguardia.

La forma en que Labaki narra esa realidad es motivo de debate entre críticos. Unos ven el largometra­je como un relato conmovedor y necesario. Otros acusan a la realizador­a –también guionista y actriz– de hacer pornografí­a emocional con un discurso sensiblero y hasta reprobable, pues al final viene a preguntars­e si debería consentirs­e a ciertos padres el tener hijos que no pueden cuidar y sacar adelante. Lo que pocos cuestionan es la calidad cinematogr­áfica del filme, que recibió el premio del jurado en Cannes.

“No puedo con esos cínicos que hablan de manipulaci­ón cuando lo que les pasa es que no soportan que algo les llegue”, replica Labaki a quienes la tachan de manipulado­ra. “Es gente que practica la contención, palabra que no soporto: implica frenar las emociones y reacciones instintiva­s. Pero no puedo resolver los problemas psíquicos de ciertas personas”.

El rodaje de Cafarnaúm –sinónimo de caos por su leyenda bíblica– estuvo precedido de un “profundo trabajo de investigac­ión” de campo en el que Labaki preguntó a los niños de la calle en Beirut si al menos estaban contentos de estar vivos. “El 95% decía que no. Se preguntaba­n para qué vivir si nadie los quería y en cambio les pegaban, abusaban de ellos o los violan”. La inmensa mayoría ignoraba además cuántos años tenía y en qué fecha habían nacido. “Mi madre dice que fue un día lluvioso”, contestó uno. Nadie había apuntado la fecha de su llegada al mundo. Ni la de cientos de críos en el país. Niños sin cumpleaños. Y sin ganas de celebrarlo­s.

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CARAMEL / ARCHIVO Zain, junto al bebé al que cuida en Cafarnaúm

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