Pena leve al exboxeador francés que atacó a varios policías en una protesta
La justicia francesa ha sido relativamente clemente con Christophe Dettinger, el excampeón de boxeo que golpeó con saña a dos policías, el pasado 5 de enero, durante una manifestación de los chalecos amarillos. El tribunal correccional de París condenó a Dettinger a un año de prisión firme, aunque con condiciones atenuadas, pues sólo deberá dormir en la cárcel y podrá seguir con su vida normal, incluido su trabajo, durante el día.
El excampeón de Francia del peso crucero, de 37 años, acogió la sentencia con calma. Sus abogados estaban satisfechos porque la Fiscalía había pedido un castigo mucho más severo. Con todo, la condena incluye indemnizar a las víctimas, por un total de 5.000 euros, y seis meses de prohibición de presencia en la capital.
Las imágenes de Dettinger en el puente Leopold-Sédar Senghor, sobre el Sena, dieron la vuelta al mundo por su brutalidad y el espíritu de insurrección que transmitían. El exdeportista parecía estar de nuevo en un ring disputando un título. Se enfrentó a puñetazos y patadas a un grupo de agentes armados con porras y cascos. El ímpetu de Dettinger avanzando sobre el puente, su juego de piernas y sus certeros golpes hicieron retroceder a los policías, que se vieron en apuros y quedaron contusionados.
Poco después, Dettinger colgó un vídeo en la red para justificarse. Lamentó lo ocurrido, si bien alegó que su estado de ánimo se incendió al ver que la policía lanzaba gases lacrimógenos y golpeaba a manifestantes con las porras. Días más tarde, Dettinger fue detenido y desde entonces ha permanecido en la cárcel en espera del juicio.
Dettinger, que trabaja como funcionario y es padre de tres hijos, había acudido a la manifestación en compañía de su esposa y de una amiga. Ante el tribunal expresó su consternación por los hechos, fruto de su cólera momentánea. “Queriendo impedir una injusticia, cometí otra. Lamento mis acciones”.
La simpatía ciudadana hacia el movimiento de los chalecos amarillos, que comenzó el pasado 17 de noviembre, empieza a declinar. Una encuesta desveló anteayer que el 56% de los franceses querrían que la protesta terminara, cinco puntos más que en el sondeo precedente.