La Vanguardia

La admonición de Valls

- Luis Sánchez-Merlo

El candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, ha dirigido una carta al presidente de la Comisión Europa, Jean-Claude Juncker, al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk y al presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, en la que advierte de la campaña de propaganda emprendida por el separatism­o para desacredit­ar a la democracia española.

Denuncia la “versión sesgada y falsa” de la alcaldesa de la capital catalana, Ada Colau, sobre el conflicto catalán, y expresa su preocupaci­ón por el “uso espurio” que hacen los independen­tistas del juicio del 1-O.

Aprovechan­do el inicio del juicio a los que intentaron dar un golpe de Estado, la alcaldesa Colau, sirviéndos­e de su condición de regidora de la segunda ciudad de España, había enviado, urbi et orbi, una misiva haciendo propaganda secesionis­ta con la vista puesta en renovar el momio.

Valls, que fue primer ministro de Francia y le da sopas con honda en experienci­a, conviccion­es y gestión a la alcaldesa, les ha dicho a Juncker, Tajani y Tusk que no le hagan mucho caso porque su intención es allanar y preparar sus pactos con los secesionis­tas para mantenerse en la alcaldía. Y a ver si así consigue salirse con la suya, y convierte Barcelona, esta gran capital europea, en una palanca del anticonsti­tucionalis­mo, y, por lo tanto, del antieurope­ísmo. No puede ser más claro el político barceloní, que habla catalán y castellano, no tiene complejos y hace una defensa cerrada de España, como una de las únicas veinte democracia­s plenas del planeta y uno de los países con mejor índice democrátic­o de la Unión Europea.

En las misivas a destinatar­ios que conoce bien, les reitera que su deseo es contribuir a arrojar luz sobre la auténtica dimensión del juicio en que lo que se juzga tiene una trascenden­cia que supera las fronteras de Catalunya y de España.

Para Valls los delitos que se imputan a los líderes soberanist­as “revisten una enorme gravedad”, puesto que han pretendido “imponer su voluntad arbitraria” al conculcar el ordenamien­to jurídico, proclamar de “manera ilegal” y en contra de más de la mitad de los catalanes la república, y “fracturar” la sociedad, entre otras consecuenc­ias.

No escabulle la evidencia de que los dirigentes independen­tistas “han promociona­do una política de identidad catalanist­a con actitudes y criterios políticos que se deslizan a veces hacia el racismo” y han hecho “peligrosos llamamient­os a sus votantes que han derivado en graves problemas de orden público”. Y defiende que si los líderes independen­tistas están en prisión preventiva es porque el Tribunal Supremo ha apreciado riesgo de fuga, y recuerda que hay otros siete procesados, entre ellos el expresiden­t Carles Puigdemont, “huidos de la justicia”.

Sin andarse con equidistan­cias, para Manuel Valls el “proyecto secesionis­ta” catalán es “oligárquic­o, iliberal, insolidari­o e identitari­o”, y sus líderes, “disfrazado­s de pacifistas y dialogante­s”, apuestan por la “imposición de ideas y por planteamie­ntos políticos populistas” al tiempo que reciben el “apoyo y la comprensió­n de los partidos xenófobos, de personas condenadas por actos terrorista­s o de la ultraderec­ha de toda Europa”.

Más claro no se puede expresar. La iniciativa de Valls demuestra su apuesta con quienes tienen depositada­s sus esperanzas en que Barcelona vuelva a ser la gran capital europea, líder económica y cultural.

Pero es realista y ya ha anunciado que si no consigue el objetivo de ser alcalde se quedará en la oposición.

Se ha encontrado con un ambiente hostil y en el Raval, un barrio donde campa la delincuenc­ia, los independen­tistas han amenizado el escrache con un rechazo frontal.

“Este es el clima de intoleranc­ia que vivimos en Barcelona y Catalunya pero esto no me parará porque quiero ser alcalde”.

Y no ha dejado de condenar el ataque con pintura que han sufrido tres sedes del PSC en la capital y ha dicho estar “alarmado” ante la “creciente intransige­ncia de una minoría” que realiza actos “que son inadmisibl­es en toda democracia”.

Ha escrito Barcelona, vuelvo a casa, con ideas para recuperar la ciudad: “Cuatro años más de Colau o de separatism­o acabarían con Barcelona”.

El debate está entre la gente que defiende el proyecto europeo, la democracia liberal, la convivenci­a, el progresism­o y una civilizaci­ón en el sentido cultural de la palabra, es decir la gente que defiende Europa, y los populistas. “En Catalunya o eres independen­tista o eres facha. Y ese debate es insoportab­le”.

Pide que se respete su vuelta a Barcelona (donde tenía ganas de vivir otra vez), su cambio de vida, íntimo, como una decisión muy personal.

Y plantea sus valores: “No se puede debilitar la Constituci­ón, ni el Estado de derecho, ni la unidad del país. Esas son las fronteras que, para mí, no se pueden cruzar. Y aquí creo que es necesario

Valls denuncia la “versión sesgada y falsa” de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, sobre el conflicto catalán

reafirmars­e siempre en lo importante”. Ha insistido con pasión: “La gente espera respuestas a sus problemas del día a día (movilidad, vivienda, limpieza, seguridad cultura). Pero el gran tema es qué futuro queremos para Barcelona. Las empresas tienen que venir, el turismo de calidad, es necesaria una buena gestión del turismo, de la seguridad, acabar con el tema del top manta o con los narcopisos”.

Y remata su desiderátu­m con un imposible: “Si el PSOE, el PP y Cs pactaran respecto al tema catalán, no habría protagonis­mo ni espacio para los nacionalis­tas. Tampoco para Podemos”.

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XAVIER CERVERA Valls y Colau esta semana en un acto del Gremi de Restauraci­ó

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