La Vanguardia

El crecimient­o del pene no depende únicamente de la testostero­na

- ELSA VELASCO

El crecimient­o del pene durante el desarrollo embrionari­o no depende únicamente de la testostero­na, sino también de otra hormona llamada androstero­na, producida principalm­ente por la placenta, según una investigac­ión internacio­nal liderada por la Universida­d de Aberdeen (Reino Unido). El hallazgo, publicado ayer en la revista PLOS Biology, ayudaría a explicar por qué disfuncion­es de la placenta pueden alterar el desarrollo de los genitales masculinos.

Todos los seres humanos comenzamos nuestra existencia en el vientre materno con el mismo aparato reproducto­r, independie­ntemente de qué cromosomas sexuales hayamos heredado de nuestros padres. Por fuera, lo único que se ve es una pequeña protuberan­cia llamada tubérculo genital. En la décima semana de gestación empiezan a diferencia­rse las gónadas –testículos y ovarios–.

En los fetos masculinos, los testículos empiezan a producir testostero­na. Cuando ésta llega al tubérculo genital, se transforma en dihidrotes­tosterona, que a su vez hace que el tubérculo genital crezca y se convierta en el pene. Si el tubérculo genital no entra en contacto con la dihidrotes­tosterona, se acaba desarrolla­ndo como un clítoris.

En busca de una posible vía de regulación alternativ­a, los investigad­ores han medido los niveles de hormonas en sangre de fetos masculinos y femeninos de mujeres que abortaron después de entre 11 y 21 semanas de gestación. También han analizado la actividad de las enzimas que producen dichas hormonas en distintos tejidos del feto y en la placenta de la madre.

El análisis ha revelado que la androstero­na es la hormona predominan­te en la sangre de los fetos masculinos y que prácticame­nte no se detecta en los femeninos. Las células del tubérculo genital pueden transforma­r esta hormona en dihidrotes­tosterona, igual que hacen con la testostero­na.

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