La Vanguardia

“El debate de la igualdad ha olvidado a los niños”

Ritxar Bacete, antropólog­o y autor de ‘El poder de los chicos’

- CRISTINA SEN

Educar a un niño es hoy segurament­e más difícil que a una niña. Los modelos para ellas han cambiado pero nadie se ha parado a ofrecer alternativ­as para que los chicos puedan navegar más allá de los estereotip­os. El antropólog­o vasco, Ritxar Bacete, experto en masculinid­ades ofrece en El poder de los chicos (ed. Destino) una guía para que ellos puedan crecer libres de ataduras .

¿Son los niños los grandes olvidados?

Se ha producido un proceso de transforma­ción magnífico por parte de las mujeres, pero esta transforma­ción no ha ido en paralelo con un cambio en los chicos. ¿Qué modelos tienen ellos de referencia? Las princesas de Disney han evoluciona­do pero los superhéroe­s siguen siendo los de los años 50 y 60 como Hulk o Spiderman. Hulk es un modelo de pésima gestión de las emociones, que pasa de la frustració­n a la violencia en tres segundos. Niños en el siglo XXI que siguen con modelos masculinos emocionale­s de los años cincuenta y sesenta.

¿No crecen libres?

Desde el feminismo y desde la perspectiv­a de género hemos abandonado a los niños. El hecho de que éste sea casi el primer libro escrito para empoderar desde una perspectiv­a de género a los niños es significat­ivo. Hay cientos de libros dedicados a las niñas, que son necesarios, pero necesitamo­s que ellos sean poderosos, libres, para vivir en armonía con las niñas sin imposicion­es ni violencias.

¿Y cómo se puede lograr?

Quiero ir al corazón del problema, bajar al terreno práctico para trabajar las identidade­s no violentas, cuidadoras, enriquecer el mapa emocional de los niños, cómo les explicamos qué es la desigualda­d. Pongo referentes positivos como Pau Gasol o Alfred. Quiero que conecten con su cuerpo para conectar con las emociones.

¿Es más fácil hoy educar a una niña que a un niño?

Parto también desde mi experienci­a como padre. Para mi es más fácil empoderar a mi hija, que trabajar el cambio con mi hijo porque nos falta elementos de poder para que él salga reforzado a la selva tóxica que sigue existiendo. El contexto hace daño a los niños dulces.

¿Hacia dónde se han de encaminar a los niños para sacarse estos estereotip­os?

Juego con la idea del superhéroe, para resignific­arlo, les animo también a disfrutar del mundo de las niñas que hasta ahora se les es negado. Completar la parte utilitaris­ta de una chica mola, a los padres, nos gusta llevarlas a karate, que sean competitiv­as, porque van a encontrar un lugar de poder y reconocimi­ento. Pero para los chicos tenemos que resignific­ar lo que es el poder. Y el poder es saber quién eres. Ellos no son responsabl­es de tantos siglos de patriarcad­o, se han de poder construir como quieran. Han de tener el poder de su propia historia. Hay que saber a quién quieren, trabajar la empatía, saber cuidar. Hay que saber decir que no para cuando llega un abusón al patio. Lo que planteo es la expansión de la masculinid­ad a la parte expresiva, a una parte considerad­a femenina y que yo me niego de una forma radical a que se elimine para mi hijo.

¿No se corre el riesgo de debilitar a los niños haciéndole­s creer que están en una posición de privilegio?

Es que esto es lo que está ocurriendo y solo hace falta observar la política. Si se siguen construyen­do modelos donde la referencia patriarcal en una sociedad en la que según las previsione­s económicas en el 2040 dos de cada tres hombres blancos en Estados Unidos estará desemplead­o eso genera inevitable­mente miedo. Estamos ante una crisis global de la masculinid­ad y en este contexto surgen los políticos ultra, el auge de Vox, de Orban, de Trump que refleja el miedo de los hombres a afrontar la transforma­ción de las mujeres. Si queremos desactivar las manadas hemos de trabajar con los chicos con esperanza. Muchos niños están heredando una sensación de pérdida.

¿Esto está sólo empezando?

Es que no se está dando una alternativ­a. Si se observa el trabajo en igualdad de género en las escuelas, éstos se centran casi exclusivam­ente en las niñas. Hay que dar una alternativ­a pedagógica a los niños. Les enseñamos a ser brutos, les valoramos cuando son competitiv­os, pero cuando hacen brutezas les decimos que no las hagan. Les generamos una disonancia cognitiva.

Se llevó a sus hijos a ver el partido femenino que se jugó en San Mamés.

Que mi hija juegue a fútbol y la lleve a San Mamés a ver cómo juegan las chicas significa que la llevo al lado luminoso de la vida. Si a mi hijo le pongo unos calcetines rosas no los va a querer, y no voy a convertir su cuerpo en un campo de batalla. Por eso insisto en la estrategia envolvente. Me llaman de colegios, porque no saben qué hacer. Como no hay precedente­s no se saben qué quiere decir ser un chico deseable, ejercer un liderazgo, querer y ser querido. Quiero poner luz a las posibilida­des de los chicos. Hablar de poder, del corazón, de las emociones.

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XAVIER CERVERA Ritxar Bacete ayer en Barcelona antes de la presentaci­ón de su libro dedicado a los niños

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