Un jardín digital
La facultad de videojuegos de la Universitat Politècnica de Catalunya celebraba anteayer su primera jornada de puertas abiertas de este curso. Un anzuelo para futuros alumnos (la nota de corte está por encima de 7’5), en un sector en el que Barcelona lleva unos años fabulosamente situada. No es casualidad. Por aquí no hay petróleo ni gas, pero tenemos una buena tradición de mentes creativas y también de empresas privadas que han sabido husmear nuevos nichos de negocio y regarlos adecuadamente.
La más longeva o popular ha sido el Sónar, que empezó hace veinticinco años organizando el festival de música electrónica (que ha exportado o replicado en varias ciudades) y desde hace seis convoca además su salón profesional, el Sónar +D. En la edición del 2018, según datos de su página web, acogió a 5.900 profesionales de 61 países, que representaban a 3.300 empresas; alrededor de 4.000 personas
Barcelona ha sabido aprovechar la aparición de un nuevo estrato creativo y de negocio
asistieron a las 27 conferencias que se celebraron y los 21 talleres convocaron a 525 personas. Quizás alguno de sus asistentes descubrió ahí su talento o su vocación para la nueva economía de la creatividad digital. No lo sabemos, pero no importa. Lo que es relevante aquí es que Barcelona, como sinécdoque de su tejido empresarial, administrativo, creativo, comunicativo y universitario ha sabido aprovechar la oportunidad de crear un nuevo estrato creativo y de negocio.
La Mobile World Capital cae en este ecosistema, y está ayudando a enriquecerlo. Además de la exposición abierta ayer, estos días se van a celebrar (bien repartidos por los barrios de Barcelona) 80 talleres, conferencias o actividades para familias sobre tecnología aplicada: ¿eres un hipocondríaco digital? ¿eliges tu ocio o tu ocio te busca a ti? ¿reconoces una fake new?
Uno de los talleres explica el modelo de éxito de Privalia, el outlet de venta on line que es líder en los países en los que opera (España, Italia, Brasil y México) y que nació en 2006 en... Barcelona. Ignoramos si su creador fue a algún taller de este tipo, pero tampoco importa.