La Vanguardia

El paciente Umtiti

- Juan B. Martínez

Samuel Umtiti suma meses llevando de cráneo al Barça. Hace aproximada­mente un año empezó a forzar, legítimame­nte, al máximo a la directiva para conseguir un suculento contrato, mucho más elevado que el primero que firmó cuando llegó procedente del Olympique de Lyon. En el campo con su rendimient­o se ganó una subida salarial y eso no hay nadie que lo discuta. Lo que es debatible en su caso son las formas. Lo hizo presionand­o públicamen­te, jugando al gato y al ratón con la posibilida­d de irse y metiendo el miedo en el cuerpo. Nada que no se haya hecho toda la vida pero no por ello menos criticable.

Para entonces el francés ya empezaba a conocer sus problemas en el cartílago, que le llevaron a dosificars­e con el Barça en el tramo final de la pasada temporada. Pero el Mundial estaba a la vuelta de la esquina y Umtiti lo jugó a tope, siendo protagonis­ta del título de Francia. Ahí exprimió como un limón su rodilla, siempre al límite de causar baja.

Resistió pero en su vuelta a la disciplina del Barça los problemas fueron a más, lo que le obligó a parar. Le empezaron a aconsejar una operación desde el club pero no quiso ni oír hablar del bisturí. El tratamient­o conservado­r no funcionó y después se fue a Qatar a seguir con unos cuidados que evitaran el quirófano. Ya estamos en febrero y ahora el francés empieza a entrenarse con sus compañeros. Es más, le gustaría reaparecer mañana para intentar apurar sus opciones de jugar el martes en Francia ante su exequipo.

Se entiende la ambición de querer volver y la ilusión que le hace este partido pero el egoísmo de Umtiti es

Un jugador que ha mirado siempre por sus intereses primero debería entender que el equipo está por encima

bien palpable. No hizo caso a los consejos de los médicos del Barça, obligó a reestructu­rar la planificac­ión del club, que ha empezado a acumular centrales al no saber cuándo y cuánto podría contar con el francés (problemas físicos habituales de Vermaelen al margen) y ahora ansía recuperar su sitio en el equipo. Un equipo en el que Piqué lo está jugando prácticame­nte todo y en el que Lenglet le ha sustituido con mucha eficacia.

En manos de Valverde está el manejar el regreso de Umtiti a los terrenos de juego si es que el cartílago no le vuelve a frenar pero de la misma manera que el Barcelona ha sido paciente con un futbolista que siempre ha mirado primero por sus intereses el jugador debería tener también la misma paciencia a la hora de pretender recobrar la titularida­d. Con 25 años y con una rodilla así bien hará Samuel en acertar en sus siguientes decisiones si no quiere perder el tren de la élite. Una campaña casi sin jugar suele pasar factura.

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