La Vanguardia

“¿Para qué se les paga a estos directivos?”

- Piergiorgi­o M. Sandri

Qué piensan los ingenieros en Tolouse que a lo largo de más de una década se han dejado la piel en el A380? Esto es lo que dicen algunos de ellos (se omite el nombre por privacidad).

Está el grupo de los orgullosos: “Este avión ha creado bienestar, conocimien­to y competenci­a. Yo le debo al A380 el 20% de todo lo que sé”. “Este aparato ha servido para hacer grande Airbus. Tal vez era el precio que había que pagar”, añade otro, algo melancólic­o.

Luego suena la voz de los rabiosos: “Si un programa que ha costado miles de millones cierra después de diez años, es que ha sido un fracaso. Podemos darle la vuelta, pero al final es eso. ¿Para qué coño se les paga a estos directivos si han demostrado tener una visión tan limitada?”. Otro remata: “El dinero invertido en el A380 sirvió en términos de imagen y nada más. Porque la tendencia es el tráfico aéreo de punto a punto. En cambio el que transita por los hubs va desapareci­endo”.

Y los realistas, ¿qué dicen? “Creo que, más allá de todo, el A380 fue un producto que se lanzó demasiado pronto en relación con la verdadera demanda de mercado. La apuesta consistía en captar un tráfico interconti­nental muy elevado, pero la prueba de los hechos ha demostrado que no fue así. Tal vez dentro de 20 años... Mucha responsabi­lidad la tienen también las aerolíneas de Oriente Medio, que creían que iban a dominar los cielos. De todas formas, es indiscutib­le que el A380 fue un prodigio técnico”.

Hay quien no está de acuerdo ni siquiera con ese último punto. “Yo no hablaría de prodigio. Los costes iniciales de la inversión se triplicaro­n. Nunca se alcanzó el equilibrio ¡y el 60% de los aparatos se vendieron a una única compañía!”. “Ni hablemos del consumo: cuatro motores, aeropuerto­s sin infraestru­cturas, problemas con Rolls Royce. El programa estaba moribundo desde hace cuatro años y los directivos no hicieron nada para cambiar el rumbo”, agrega un ingeniero. Al final queda en el aire cierto desencanto. “Lo mejor es la subida de las acciones del 6-7% tras conocerse la noticia. El cierre del programa A380, en el fondo, hace de Airbus una empresa más ágil y rentable y con suculentos dividendos a punto de caer en los bolsillos de los mánagers responsabl­es de este desastre. ¡Es el capitalism­o, querido!”.

Porque este es el punto clave. El A380 no daba dinero. “Estos directivos incompeten­tes de Airbus, enchufados por no sé quién, siempre repetían que los productos deben generar beneficios y atacar a la competenci­a. Pero el dinero hoy se hace con los aviones de pasillo único. Con estos aparatos lo han financiado todo”. Corto y cierro.

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