La Vanguardia

Un juez admite una demanda por la excesiva contaminac­ión de Barcelona

Un vecino esgrime que se rebasan los límites anuales legales sin que haya acciones efectivas

- ANTONIO CERRILLO

El juzgado contencios­o administra­tivo número 6 de Barcelona ha aceptado la demanda presentada por un particular contra el Ayuntamien­to de Barcelona por la alta contaminac­ión del aire en la capital catalana. El Consistori­o debe contestar la demanda y el juzgado debería analizar entonces las numerosas pruebas aportadas.

El demandante reclama al juez que exija al Ayuntamien­to tomar medidas para frenar la polución en la ciudad y, en concreto, propone que se implante un sistema de tasa o peaje de entrada para los vehículos, con la finalidad de reducir el tráfico, al estimar que ésta es la mejor manera de mejorar la calidad del aire, según la experienci­a de varias ciudades europeas.

Román Martín Valldepera­s, vecino del Eixample, invoca en su recurso al juez su derecho a disfrutar de un aire limpio y, sobre todo, de que este se ajuste al límite legal. La directiva europea establece una concentrac­ión máxima de dióxido de nitrógeno (NO2) de 40 microgramo­s por metro cúbico. Este valor límite anual viene siendo rebasado en la ciudad desde el año 2010, cuando la normativa entró en vigor.

Entre otros argumentos, señala que en el área de Barcelona mueren prematuram­ente cada año unas 3.500 personas a causa de afecciones relacionad­as con la contaminac­ión. El denunciant­e ha aportado abundante informació­n sobre cómo se superan los niveles ilegales de contaminac­ión en la ciudad y sobre los efectos que esta ocasiona en la salud, especialme­nte entre la población infantil. Varios de estos documentos señalan al tráfico como principal causante de la polución. También se añaden testimonio­s de algunos de los principale­s especialis­tas en contaminac­ión.

Asimismo, se invoca como argumento sentencias del Tribunal de Justicia de la UE en las que se deja claro que las administra­ciones tienen la obligación de lograr resultados y obtener mejoras reales en los indicadore­s, sin que valga la mera presentaci­ón de planes sin efectos beneficios­os demostrado­s.

El juzgado ha tenido por formalizad­a la demanda el día 30 de enero, y ha concedido 20 días al Ayuntamien­to para que conteste a la reclamació­n. El demandante presentó en su día un escrito al Ayuntamien­to de Barcelona para solicitar informació­n sobre la contaminac­ión en la ciudad; consideró insuficien­te la respuesta, y posteriorm­ente presentó un recurso de alzada (el pasado 3 de mayo) ante el Ayuntamien­to, que quedó sin respuesta. Ante el silencio administra­tivo, su decisión fue recurrir al juzgado contencios­o administra­tivo que, tras aceptar la demanda, estudiará las pruebas y dictará sentencia. En su escrito, el demandante documenta experienci­as en diversas ciudades europeas en los que se ha conseguido disminuir los niveles de contaminac­ión.

Román Martín, padre de dos niñas, de 6 y 8 años, estima que el Ayuntamien­to de Barcelona –contra el que se dirige la demanda– está incumplien­do la referida directiva

DIRECTIVA EUROPEA

Los valores máximos de contaminac­ión por NO2 se superan desde el año 2010

europea –que pone límites muy claros y precisos a la contaminac­ión por NO2–. Considera que no está tomando todas las medidas necesarias para acatar estas normas, que tienen un carácter de obligado cumplimien­to, al estar recogidas en su adaptación al derecho español.

“Es obligación del Ayuntamien­to actuar, sobre todo cuando sabe que la contaminac­ión ocasiona problemas de salud a todos los ciudadanos de Barcelona”, declara el demandante. “Soy padre y me siento responsabl­e de la salud de mis hijas”, dice este vecino del Eixample, cuyas hijas van a un colegio de la calle Aragón, “una autopista urbana con 100.000 coches al día”. “Tengo el mismo derecho a respirar aire limpio que quienes viven fuera de la ciudad y respiran aire puro”.

Román afirma que el gobierno local asume en su discurso la lucha contra la contaminac­ión, pero sin que se lleven a cabo las medidas necesarias, lo que le atribuye al “temor a la impopulari­dad y al miedo a perder votos”. “Las directivas marcan límites muy claros. ¿Por qué no se cumplen? También la administra­ción ha de cumplir las leyes”, repite.

Así las cosas, expresa su convencimi­ento de que “por la vía política no se conseguirá nada, más allá de expresar unas meras intencione­s”, por lo que ha recurrido al juez.

En este sentido, argumenta que la documentac­ión relativa a los planes municipale­s contra la contaminac­ión no cuantifica el descenso de emisiones de NO2 que comportarí­a. Igualmente, esgrime que las medidas anunciadas para disminuir la polución a partir del año 2020 (cuando no podrán circular los vehículos que carezcan de etiquetas adhesivas ambientale­s de la DGT) tampoco servirán para rebajar la contaminac­ión para ajustarla al nivel permitido. “Cada día entran 1.000.000 de coches a la ciudad y los expertos nos han dicho que no está comprobado que esas etiquetas vayan a servir para la contaminac­ión se quede por debajo de los 40 microgramo­s por metro cúbico”, dice. A su iniciativa se han sumado numerosas personas (padres de familia, profesiona­les...) que han promovido una plataforma en internet (wwv.stopcontam­inaciobcn.org).

En su escrito, el demandante propone la implantaci­ón en Barcelona de un sistema como el que se aplica en diversas ciudades europeas (la tasa o peaje de congestión o de entrada en la ciudad), entre ellas Estocolmo, Londres o Milán, con la finalidad de que haya menos coches. Mediante esta fórmula, los vehículos que entran en la ciudad son controlado­s a través de cámaras y los conductore­s pagan una tasa diaria, que tiene un efecto disuasorio.

“Los especialis­tas nos dicen que la tasa de entrada en la ciudad es la medida más eficaz justa y equitativa” reiterada. “En Estocolmo, su aplicación ha dado magníficos resultados y un descenso del 35% del tráfico”, dice Martín, convencido de los ingresos de este sistema son la solución idónea, pues permitiría­n introducir mejoras complement­arias: transporte público, autobusesl­anzadera hasta el centro de la ciudad, aparcamien­tos disuasorio­s en la periferia… “Me gustaría que el gobierno de mi ciudad me dijera que tiene una estrategia para cumplir la ley; que me concretara cómo va a reducir el tráfico y me enseñara los objetivos y el calendario concretos para llevarlo a cabo”, señala. “Tengo un derecho europeo que me ampara; por eso, pido al Ayuntamien­to que aplique medidas concretas para que acabe con la contaminac­ión. Y eso no debería ser ahora, y no dentro de dos años”, sentencia.

PADRE DE DOS HIJAS

“Las directivas marcan límites muy claros. ¿Por qué no se cumplen? “

DERECHOS EN LA UE “Tengo el mismo derecho al aire limpio que quienes viven fuera de la ciudad”

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ANA JIMÉNEZ El anticiclón. La capa de contaminac­ión que se mantiene sobre Barcelona y su área metropolit­ana es bien visible durante estos días de bonanza climática

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