La Vanguardia

Ian Gibson

- Víctor-M. Amela

HISPANISTA

El hispanista Ian Gibson presentó ayer en Colliure su último libro, Los últimos caminos de Antonio Machado, cuatro días antes de cumplirse 80 años de la muerte del escritor, tras una dura huida al final de la Guerra

Civil.

Uno de los lugares más hermosos de la tierra, Colliure, acogió uno de los lances más tristes de nuestra historia: la muerte de Antonio Machado, exhausto de fratricidi­o, asmático de las miasmas de España, agotado por la pena. Tenía 63 años. Fue el 22 de febrero de 1939: este viernes hará 80 años.

Y en Colliure reposa, coronada siempre su tumba de flores frescas. Para que la efemérides vibre, el hispanista Ian Gibson citó ayer en Colliure a treinta periodista­s de toda España: presentó Los últimos caminos de Antonio Machado (Espasa), su último libro.

El autocar nos deja en la playa de Colliure. El mar calmo refleja la esbelta torrecilla templaria del campanario, de aire otomano. Ian Gibson contempla el terso azul del cielo, y comprende el último verso del poeta sevillano, que su hermano José halló en un bolsillo del gabán del poeta muerto, garabatead­o en un papelito arrugado: “Estos días azules y este sol de la infancia”. En la agonía, evocó su Sevilla natal. “¡Se canta lo que se pierde! Lo repetía él, poeta elegiaco”, suspira Gibson.

Desde el bucólico puertecito de pescadores, el hispanista irlandés vuelve la vista hacia el interior del pueblo, riera arriba, y vislumbra la pensión Quintana, hoy cerrada a cal y canto. “¿Veis el piso con balcón? Desde esa ventana, Antonio Machado podía ver el mar”.

En labios de Gibson, suena a revelación. Y entiendo la profecía de lo versos finales del autorretra­to que Machado escribiera en 1908, con 33 años: “Y cuándo llegue el día del último viaje / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraré­is a bordo ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar”. A Machado tuvo que darle una camisa la señora Quintana: la única que tenían él y su hermano se la alternaban para bajar al comedor.

La familia Bougnol-Quintana cobijó amorosamen­te a los Machado, desfondado­s. La madre del poeta, doña Ana Ruiz, deliraba: “¿cuándo llegamos a Sevilla?” Ahí viviría, en aquella pensión, los últimos veinte días de su vida el insigne poeta español. Un día paseó por la playita de Colliure, enamorado aún de la imposible Guiomar.

Murió en la cama de esa habitación de arriba, su madre en la cama colindante. Ella moría cinco días después. “Francia y España: comprad esa casa y cread ahí un centro de estudios machadiano­s”, clama Gibson.

Le pregunto a Ian Gibson qué cree que diría Antonio Machado de la España del 2019: “le apenaría vernos insultándo­nos, él soñaba una España fraterna y dialogante”. ¿Y qué le gustaría? “Era europeísta, le alegraría vernos en Europa, abiertos al mundo ¡y estudiando idiomas sin complejos!”.

De Antonio Machado había dicho Federico García Lorca, devoto de su magisterio, que era “un monumento de ceniza y

Ian Gibson presentó ayer ‘Los últimos caminos de Antonio Machado’ en el Colliure, donde falleció el poeta

honda simpatía”. Machado escribió sobre el crimen de García Lorca que “la sangre de Federico no la seca el tiempo”. Junto a la tumba de Machado, Ian Gibson resume: la muerte de Lorca “simboliza la de los fusilados y desapareci­dos”, y la de Machado “el infortunio de cientos de miles de exiliados”. Por eso está bien rendirle tributo en el pueblo de Colliure, al otro lado de nuestra frontera, al menos mientras no dejemos de asesinar a nuestros poetas.

 ??  ??
 ?? ASIS AYERBE ?? Ian Gibson ayer ante la pensión Quintana de Colliure
ASIS AYERBE Ian Gibson ayer ante la pensión Quintana de Colliure
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain