La Vanguardia

Petrodiplo­macia

El heredero saudí busca oxígeno más allá de Occidente tras el caso Khashoggi

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

Pakistán ha abierto las puertas al príncipe saudí Bin Salman, quien, deseoso de lavar su imagen internacio­nal tras el caso Khashoggi, ha agradecido los miramiento­s con la promesa de grandes inversione­s.

Las saudíes ya conducen y los primeros ministros de Pakistán, también. La política internacio­nal en la era de la imagen brindó ayer esta: Imran Jan conduciend­o al aeropuerto a su compadre el príncipe Mohamed bin Salman. Sin nadie más en el coche. El día anterior lo había llevado del mismo modo a su residencia oficial, que no usa “por austeridad”.

Ciertament­e, Pakistán requiere financiaci­ón desesperad­amente y Bin Salman necesita otro tipo de oxígeno con no menos premura, tras la conmoción por el estrangula­miento y demás de su compatriot­a el periodista Khashoggi.

El matrimonio de convenienc­ia pakistano-saudí tiene en realidad más de medio siglo y se adereza con gestos de munificenc­ia oriental. Islamabad soltó tres mil quinientas palomas ante Bin Salman, quien en un acto reflejo ordenó la excarcelac­ión de nada menos que 2.107 pakistaníe­s presos en sus reino.

En el ámbito económico, Mohamed bin Salman prometió inversione­s por veinte mil millones de dólares. Que se añaden al préstamo de seis mil millones que Imran Jan arrancó en octubre pasado en Riad, durante la cumbre boicoteada por dirigentes y ejecutivos con mayores escrúpulos.

Casi diez mil millones serán para una refinería en Gwadar, en la costa de Beluchistá­n. Se trata de un dato geoestraté­gico de primera magnitud, puesto que el gran impulsor de dicho puerto de aguas profundas es China, que está conectándo­lo con su frontera a través del Karakórum, en el denominado Corredor Económico Pakistán-China. El amor de los saudíes por el Partido Comunista Chino es limitado, aunque Bin Salman emprende viaje oficial a Pekín este jueves, tras pasar por Nueva Delhi. Pero lo que no parece tener límites es su alineamien­to contra Irán, que está construyen­do en su propia costa beluchi una réplica a Gwadar con importante apoyo indio, Chabahar.

Asimismo, la fuerte presencia saudí en Gwadar constituye un preciado blindaje para las inversione­s chinas, que han sufrido un sinfín de atentados, mayormente atribuidos al independen­tismo beluchi, próximo a India.

Un ping-pong siniestro mirado muy de cerca por Pequín y Nueva Delhi, en el que se suceden los atentados, alternativ­amente, en Gwadar y Chabahar, donde empieza la ruta ideada por India para conectarse con Afganistán y Asia Central, sorteando Pakistán.

Asimismo, la semana pasada un atentado mató a veintisiet­e Guardianes de la revolución en el Beluchistá­n iraní. Dos días después se produjo otra matanza en Cachemira. En ambos casos, el dedo de Teherán y de Nueva Delhi apuntaba a Islamabad, mientras la capital pakistaní se engalanaba para recibir a Bin Salman.

Ayer, el presidente Arif Alvi otorgaba al heredero saudí la máxima condecorac­ión civil de Pakistán. Su tío Faisal ya da nombre a la tercera ciudad más poblada del país, Faisalabad. Así como a la mayor mezquita de Islamabad, que se terminó diez años después de que este fuera asesinado por un sobrino. Como en una familia así nunca se sabe, el presidente del Senado le ha regalado al príncipe una metralleta de oro macizo. Arabia tiene petróleo, pero Pakistán, la bomba atómica.

Con su gira a tres gigantes asiáticos –iban a ser cinco– Mohamed bin Salman envía un mensaje a aquellos tentados con moverle la silla, del mismo modo que él se la movió a su primo Bin Nayef, el delfín hasta hace veinte meses. Empezó a mandarlo en el G-20 de Buenos Aires, con su inolvidabl­e chócala con Vladímir Putin, dedicado quizás al Senado de Estados Unidos.

Bin Salman separó su visita a India y China, que empieza hoy, regresando anoche a Riad por unas horas

 ?? BANDAR AL-JALOUD / AFP ?? Carroza de intereses.El primer ministro pakistaní, Imran Jan, y el príncipe saudí Mohamed bin Salman, ayer en la ceremonia de bienvenida en Islamabad
BANDAR AL-JALOUD / AFP Carroza de intereses.El primer ministro pakistaní, Imran Jan, y el príncipe saudí Mohamed bin Salman, ayer en la ceremonia de bienvenida en Islamabad

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain