La Vanguardia

A falta de Marañón

- Miguel Ángel Aguilar

Inicio de la vista oral del procés el martes; votación en el Congreso a mediodía del miércoles donde PP, Cs e indepes, todos a una, tumbaron los presupuest­os del Gobierno; y amanecida el viernes con anuncio de elecciones generales el 28 de abril. Asombro proporcion­al a la distancia a que nos encontremo­s y tendencia de cada uno a fundar su particular ministerio de la Normalidad mediante repeticion­es, porque sólo las repeticion­es tranquiliz­an y permiten al individuo sentirse humano al día siguiente en medio de la confusión.

Estos días en el Palacio de Justicia hemos comprobado que un gran hombre, o al menos aquel que así se considera, siempre desea ser admirado, es decir, que nunca es tan fuerte como para permanecer indiferent­e a la mirada ajena. Entre quienes reciben esas miradas Milan Kundera distingue tres categorías: la primera, integrada por los que necesitan para vivir la mirada de una multitud de ojos anónimos, como es el caso de los políticos y los actores; la segunda, la forman los que tienen como referencia unas pocas miradas conocidas, las de aquellos ante los que sólo se sienten emplazados; y en la tercera, sitúa a los enamorados, que viven de recibir una única mirada, la del ser amado.

De los que están siendo juzgados en la causa especial 20907/2017, Oriol Junqueras, vicepresid­ente del Govern, debe situarse en la primera categoría, de ahí que dirigiera sus respuestas más allá del salón de plenos a quienes las siguieran por televisión. Mientras que Joaquim Forn, conseller de Interior, optó por la segunda centrándos­e en quienes componen la sala que le juzga. Así que cada uno, al elegir su objetivo de audiencia fijaba también su estrategia diferencia­da de defensa. Pero todos coincidían en reiterar encantador­as proclamas antiviolen­cia.

El relato se basaba en que después del 1-O como sucedió tras el 12 de abril de 1931, comprobado el desafecto, las institucio­nes del Estado procedería­n sin más a retirarse, igual que hiciera el rey Alfonso XIII saliendo a los dos días de palacio para embarcar por Cartagena. Pero faltó un relator al modo doctor Marañón en su despacho de la calle Serrano y cuando Barcelona despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

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