La gestión de derechos ha de ser colectiva
La última reforma de la ley de Propiedad Intelectual ha mejorado la transparencia, supervisión y control de la actividad de las sociedades de gestión de derechos de propiedad intelectual. Las entidades españolas rinden cuentas de su actividad regularmente ante sus socios y ante el Ministerio de Cultura. Y en Europa más de un centenar de ellas cumplen a diario sus funciones con eficacia, rigor y transparencia. Por todo ello la comisaria de Economía Digital, Mariya Gabriel, recordó hace unos días que la propiedad intelectual es una clave de futuro para Europa y no debemos tirar al niño con el agua de la bañera.
La gestión colectiva de derechos fortalece a los creadores que, en la realidad del día a día, tienen siempre la posición más débil en las negociaciones con las empresas que se lucran explotando sus obras. En primer lugar, es el sistema de gestión de la propiedad intelectual más democrático que existe, pues lo desarrollan entidades privadas sin ánimo de lucro que pertenecen a sus socios, los creadores.
Que las entidades de gestión carezcan de ánimo de lucro permite que gran parte de sus ingresos se reinviertan en beneficio de toda la sociedad. Así, llevan décadas dedicando parte de su recaudación a organizar eventos para la promoción de nuestra cultura en España y en el extranjero; a desarrollar programas de educación y formación de jóvenes talentos o de reciclaje de profesionales; a crear circuitos de actuación e interpretación; a brindar asistencia social y sanitaria a miles de creadores, jubilados o no, en situación de dificultad; o a facilitar la participación de autores y artistas en certámenes y festivales nacionales e internacionales.
Su carácter mutualista lo convierte además en el único sistema de gestión de la propiedad intelectual solidario con todos los perfiles de creadores, también con los menos exitosos y que, por tanto, no van a ser clientes rentables para los nuevos operadores de gestión independientes (OGI).
Debido a todo lo anterior, la gestión colectiva es eficiente y transparente, por lo que es el modelo más justo y precisamente por todo ello el mayoritariamente adoptado en Europa.