Norniella culpa al Banco de España de la creación de Bankia
El exconsejero se desliga de su responsabilidad de administrador
Al igual que hizo el expresidente Rodrigo Rato, el exconsejero de Bankia José Manuel Fernández Norniella se desligó de su labor de administrador –pese a tener una retribución anual de casi 250.000 euros por ser consejero en el banco– y apuntó que todo lo que se hacía en la entidad financiera era bajo la supervisión del Banco de España. Incluso la creación del propio grupo Bankia, con la fusión de las siete cajas de ahorro. “Había once inspectores trabajando en la entidad, lo que me proporcionaba una garantía profunda, que no tuve cuando trabajé en otras compañías como consejero”, aseveró.
Durante el interrogatorio, que llevó a cabo el fiscal Alejandro Luzón (que sustituye a Carmen Luana hasta que vuelva de una baja médica), el exsecretario de Estado de Comercio, reiteró en numerosas ocasiones que “todo lo que se hacía estaba controlado por el organismo supervisor y además se informaba al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) de forma semestral”. Es más, llegó a decir que el Banco de España actuaba de “sancionador y administrador”. Anticorrupción pide para Norniella tres años de prisión por estafa a inversores.
“Creo que el Banco de España fue el inductor del proceso de fusión, bajo el real decreto 9/2009 de reestructuración del sector bancario, y a partir de ahí, la comunicación fue con los presidentes de las cajas”, apuntó. Tampoco supo nada relevante durante su mandato de la salida a bolsa de la entidad financiera. Es más, se desligó por completo de la elaboración del folleto para que Bankia saltara al parquet. “No pintaba nada”, afirmó, “ni en las cuentas, ni en la elaboración del folleto informativo del debut bursátil”, por cuyas presuntas irregularidades las acusaciones particulares y populares elevan sus peticiones de condena hasta los doce años de cárcel por falsedad contable. Cuando todo empezó, en alusión a la crisis, “yo no conocía nada –desveló–, mi función era de trinchera, trabajaba aspectos muy lineales de funcionamiento y logística”.
En un tono firme, pero mucho más calmado que su amigo Rato –quien lo nombró consejero–, optó por una estrategia de defensa similar: echar balones fuera en cuanto a su actuación como miembro del máximo órgano de control del banco, ahora nacionalizado. En una organización “con 20.000 personas y 10.500 departamentos” es difícil que “el consejo tenga capacidad” de conocer de donde salían todos los datos. En este contexto, quiso dejar claro en su intervención que su nombramiento en el consejo de Bankia no se produjo por su amistad con Rato.
También aprovechó su discurso para cargar contra la actuación del Gobierno al manifestar que “hubiera tenido un grave problema”, primero por la fusión y después por la salida a bolsa, si se hubiera tratado de una entidad “no viable”. En absoluto hizo alusión a los 22.000 millones que después hubo que inyectar a Bankia para sanearla de la mano del actual equipo gestor.
Respecto a su dimisión, el directivo hizo hincapié en que abandonó el barco tras la salida de Rato de la presidencia. “Rato dimitió y no me dijo nada, pero yo entendí que el proyecto en el que yo estaba ilusionado se acababa si el señor Rato se iba. Mi límite estuvo marcado por mí mismo”, aseguró.
A nivel técnico, ha argumentado que la legislación permitía realizar ajustes contra reservas en fusiones frías como la de Bankia, y ha incidido en que los 9.000 millones de euros con los que el banco contaba para posibles deterioros en el primer ejercicio ofrecían una “protección excepcional”.
Respecto a las preguntas sobre Banco de Valencia, que entró en la órbita de Bankia por su vinculación con Bancaja, ha optado por la misma fórmula: desconocimiento en la materia.
El exconsejero optó por desvincularse de la gestión bajo el argumento de que es una entidad supervisada