El Congreso indaga la venta de poder nuclear de Trump a los saudíes
A Donald Trump le encanta especular sobre la conjura de las cloacas del Estado –FBI, CIA y otras agencias de inteligencia– contra su presidencia. “Caza de brujas”, repite. Le sirve de cortina de humo para combatir la sombra del fiscal especial Robert Mueller en la investigación de la ayuda rusa a su campaña en el 2016. Pero, puestos a confabular, las conspiraciones envuelven a Trump y a su Gobierno. En un día, dos. El The New York Times avanzó el martes que el presidente solicitó al Departamento de Justicia que colocara a un fiscal “amigo” para la investigación en el tribunal de Nueva York en el caso de los pagos para silenciar a dos presuntas amantes. El fiscal, Geoffrey Berman, ya se había recusado por un conflicto de intereses. ¿Réplica de Trump? En su línea preferida: “fake news”.
El otro asunto trascendió al difundirse que una comisión de la cámara baja o House, ahora controlada por los demócratas, abría una investigación al núcleo duro de la Casa Blanca. Tomaron esa decisión a la vista de un informe de 24 páginas en el que se detalla que cargos de la administración Trump habían realizado gestiones para transferir tecnología sensible y construir plantas nucleares en Arabia Saudí.
El plan se abordó a pesar de las objeciones de los abogados del ejecutivo, que cuestionaron la legalidad de la iniciativa y la ética de una circunstancia que significaba enriquecer a aliados del presidente.
Este documento se ha convertido en la mejor radiografía de cómo altos responsables de la Casa Blanca –entre ellos, Michael Flynn, primer consejero de seguridad, caído en desgracia por el Rusiagate–, se asociaron con antiguos oficiales del ejército en sus propósitos.
La maquinación pretendía esquivar el proceso legislativo normal para promover exportaciones que los analistas consideran que podían propagar armas atómicas en un territorio tan inflamable.
Flynn trabajó en esta materia para una compañía (IP3) que promovía la transferencia nuclear, mientras él empujaba desde dentro del poder. Que Flynn se viera obligado a irse en febrero del 2017 no significó el final de esta aventura. Según el informe, la posible venta de poder nuclear a Arabia Saudí –las relaciones con este país figuran en la investigación de Mueller– aún se discutió en el despacho oval la pasada semana.
Uno de los beneficiarios de la manufactura de esas plantas sería Westinghouse Electric, subsidiaria de Brookfield Asset Management, la firma que concedió ayuda financiera a la familia Kushner. Jared Kushner, yerno de Trump, prepara un viaje a aquella zona para discutir los componentes económicos de su iniciativa de paz en Oriente Medio.
El presidente intentó poner un fiscal amigo en el caso del pago a las examantes