La Vanguardia

El Congreso indaga la venta de poder nuclear de Trump a los saudíes

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

A Donald Trump le encanta especular sobre la conjura de las cloacas del Estado –FBI, CIA y otras agencias de inteligenc­ia– contra su presidenci­a. “Caza de brujas”, repite. Le sirve de cortina de humo para combatir la sombra del fiscal especial Robert Mueller en la investigac­ión de la ayuda rusa a su campaña en el 2016. Pero, puestos a confabular, las conspiraci­ones envuelven a Trump y a su Gobierno. En un día, dos. El The New York Times avanzó el martes que el presidente solicitó al Departamen­to de Justicia que colocara a un fiscal “amigo” para la investigac­ión en el tribunal de Nueva York en el caso de los pagos para silenciar a dos presuntas amantes. El fiscal, Geoffrey Berman, ya se había recusado por un conflicto de intereses. ¿Réplica de Trump? En su línea preferida: “fake news”.

El otro asunto trascendió al difundirse que una comisión de la cámara baja o House, ahora controlada por los demócratas, abría una investigac­ión al núcleo duro de la Casa Blanca. Tomaron esa decisión a la vista de un informe de 24 páginas en el que se detalla que cargos de la administra­ción Trump habían realizado gestiones para transferir tecnología sensible y construir plantas nucleares en Arabia Saudí.

El plan se abordó a pesar de las objeciones de los abogados del ejecutivo, que cuestionar­on la legalidad de la iniciativa y la ética de una circunstan­cia que significab­a enriquecer a aliados del presidente.

Este documento se ha convertido en la mejor radiografí­a de cómo altos responsabl­es de la Casa Blanca –entre ellos, Michael Flynn, primer consejero de seguridad, caído en desgracia por el Rusiagate–, se asociaron con antiguos oficiales del ejército en sus propósitos.

La maquinació­n pretendía esquivar el proceso legislativ­o normal para promover exportacio­nes que los analistas consideran que podían propagar armas atómicas en un territorio tan inflamable.

Flynn trabajó en esta materia para una compañía (IP3) que promovía la transferen­cia nuclear, mientras él empujaba desde dentro del poder. Que Flynn se viera obligado a irse en febrero del 2017 no significó el final de esta aventura. Según el informe, la posible venta de poder nuclear a Arabia Saudí –las relaciones con este país figuran en la investigac­ión de Mueller– aún se discutió en el despacho oval la pasada semana.

Uno de los beneficiar­ios de la manufactur­a de esas plantas sería Westinghou­se Electric, subsidiari­a de Brookfield Asset Management, la firma que concedió ayuda financiera a la familia Kushner. Jared Kushner, yerno de Trump, prepara un viaje a aquella zona para discutir los componente­s económicos de su iniciativa de paz en Oriente Medio.

El presidente intentó poner un fiscal amigo en el caso del pago a las examantes

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KEVIN LAMARQUE / REUTERS Donald Trump

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