LAS CLAVES
1
Josep Rull alabó el trabajo del Tribunal Supremo canadiense sobre la consulta de Quebec, pero descalificó al Tribunal Constitucional español, al que negó autoridad moral por dejarse instrumentalizar por el PP. El problema es que Rull vive en España y no en Canadá y que el TC apercibió al Govern y a él para que no continuaran con los preparativos del referéndum.
2
El exconseller de Territori planteó un dilema ante la prohibición del referéndum y la posibilidad de celebrarlo: imperio de la ley frente a principios democráticos. Es decir, ¿están determinados preceptos por encima de la ley? o ¿hay democracia sin leyes? Algunas respuestas a estas preguntas pueden ser preocupantes.
3
A Dolors Bassa se le insistió mucho sobre la utilización de centros cívicos, que dependían de ella, para el 1-0. Contó que recibieron un alud de peticiones para hacer actividades ese fin de semana, algunas consecutivas, como partidas de ajedrez, bailes para gente mayor o butifarradas. No podía negarse. Eso sí, les advirtió que tenían que acabar a las seis de la mañana.
4
Hasta ahora, todos los acusados han negado que se emplearan fondos públicos para la celebración del referéndum, ya que se les acusa de malversación, que es un delito con una pena de hasta ocho años. Rull defendió a los funcionarios de la Generalitat y señaló que era imposible saltarse los controles, porque además tenían que informar semanalmente al Ministerio de Hacienda, que había convertido el gobierno autonómico en “una gestoría”.
5
Ni Rull ni Bassa supieron dónde se imprimieron las papeletas usadas el 1-0, ni de dónde salieron las urnas, que fueron presentadas públicamente, ni cómo Unipost tenía datos censales. La abogada del Estado se extrañó de que sin que la Generalitat aportara estos medios ni fondos se pudiera llevar a cabo la votación. Bassa expresó que tenía su pensamiento al respecto, pero que no lo diría.