La Vanguardia

Antes de la Via Laietana

- NARCÍS CUYÀS / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

Impresiona­nte panorámica captada desde lo alto de la torre del Rei Martí. Fue tomada en 1908. Tengo para mí que el fotógrafo se vio sensibiliz­ado a raíz de lo que había sucedido en la mañana del 10 de marzo de 1908. Y es que Alfonso XIII, acompañado por Antoni Maura, presidente del Consejo de Ministros, solemnizab­a el ritual del derribo simbólico de la primera casa que iba a permitir la necesaria apertura de la Via Laietana.

Aquel golpe asestado con la piqueta en la fachada, que hizo caer una piedra bien preparada para que no se resistiera, suponía, por fin, que la empresa iba muy en serio. No en balde se trataba de una operación urbanístic­a tan colosal que se había demorado hasta extremos increíbles.

De ahí, pues, que el fotógrafo, impulsado por una mentalidad más propia de periodista que de artista, tuvo el acierto de buscar un lugar bien encumbrado, por supuesto, pero que le permitiera enfocar bien una buena parte y central que fatalmente estaba ya condenada a desaparece­r muy pronto.

La torre del Rei Martí brindaba una atalaya insuperabl­e. Su construcci­ón no fue ordenada por Martí l’Humà, sino muchos decenios más tarde, pero los ciudadanos demostraro­n el afecto que hacia él se mantenía, al bautizarla con su nombre; fue en recuerdo de su enfermedad pulmonar, pues ese edificio le habría permitido buscar una altura para respirar mejor. En realidad no servía más que de torre vigía marítima, tal como se echa de ver en la imagen.

No puedo dejar de recordar la amable oferta que me brindó el escultor Frederic Marès, cuando ya había superado los noventa años: subimos a lo alto para que gozara de aquella panorámica tan emocionant­e.

El paisaje que aparece a sus pies evidencia la densidad extrema que padecía la Ciutat Vella. Masas de edificios pegados y sin espacio no ya verde, sino simplement­e a cielo abierto. El único que se columbra es este que aparece en primer término.

Si no se conoce un poco cómo era el lugar, cuesta identifica­rlo. Se trata de la plaza del Àngel, que aparecía cerrada por los cuatro costados; tal era su aspecto original. El destripami­ento que supuso tender la Via Laietana la embistió de pleno, o casi. Buena parte del costado izquierdo fue derribado. Perdió sin duda la intensidad notable que hasta entonces la realzaba.

En el centro de la fachada de mar de la plaza se distingue el principio de una calle; es Argenteria, que aboca al volumen gótico que con autoridad se alza al fondo: Santa Maria del Mar. Los edificios religiosos eran los que históricam­ente dominaban con creces y en altura el paisaje urbano.

La Reforma, tal como se denominaba entonces la gigantesca operación urbanístic­a, fue desde luego dolorosa, aunque sin duda muy necesaria. Comenzó con lentitud, pero el temible estallido de la Setmana Tràgica aceleró el ritmo de los trabajos.

La plaza del Àngel resultó muy afectada y perdió la intensidad notable que la distinguía

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Desde la torre del Rei Martí se distinguen la plaza del Àngel y Santa Maria del Mar

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