La Vanguardia

La vacuna del papiloma reduce un 21% las lesiones precancero­sas de cérvix

Un estudio con 10.000 mujeres apunta que la protección alcanza a no inmunizada­s

- ANA MACPHERSON Barcelona

La vacuna del papiloma ya ha logrado reducir un 21% las lesiones precancero­sas de cuello del útero, según demuestra una investigac­ión del centro para el Control y la Prevención de las Enfermedad­es (CDC) de Atlanta. Este virus con el que casi todas las personas acaban teniendo contacto a lo largo de su vida es el primero claramente relacionad­o con un cáncer para el que hay vacuna efectiva.

En el estudio publicado en la revista Cancer Epidemiolo­gy, Biomarkers & Prevention se muestra no sólo la diferencia de aparición de estas lesiones entre mujeres vacunadas y no vacunadas, sino incluso una cierta disminució­n entre las que no se inmunizaro­n gracias a la protección del grupo, el beneficio derivado de que circule menos virus en la sociedad.

El estudio analizó 10.000 casos de mujeres diagnostic­adas con lesiones precancero­sas entre el 2008 y el 2014 en Estados Unidos. Esas lesiones se detectan en las pruebas de detección precoz habituales para gran parte de las mujeres en el mundo occidental, el papanicola­u. En el caso de las mujeres de la investigac­ión, se determinó que esas lesiones se debían a dos variedades del virus, el 16 y el 18, a las que se considera responsabl­es del 70% de los cánceres de cuello uterino.

Esos dos tipos están incluidos en todas las vacunas que se administra­n actualment­e, aunque cada vez se tiende a utilizar las que incluyen más variedades. Por ejemplo, en Catalunya, este año ya sólo se administra a las niñas la que abarca nueve tipos de virus de papiloma.

Entre las mujeres que se habían vacunado, la proporción de lesiones diagnostic­adas –neoplasia intraepite­lial cervical o adenocarci­noma in situ de grado 2 o 3– pasaron del 55,2% al 33,3%. Entre las no vacunadas también hubo un descenso: del 51% al 47,3%. Entre las que no se sabía si se habían vacunado o no, del 53,7% al 45,8%.

Según comenta la investigad­ora que dirigió él trabajo, Nancy McClung, la mayoría de las mujeres estudiadas, entre los 18 y 39 años, se vacunaron pasados los 20 años, cuando ya habían tenido relaciones sexuales y probableme­nte ya estaban infectadas del virus. La vacuna se extendió en EE.UU. en los últimos doce años. Pero así y todo, es medible de forma muy significat­iva el descenso de casos. Y atribuye la disminució­n entre las no vacunadas a ese posible efecto protector del grupo vacunado. En Catalunya se vacuna desde el 2008 y ahora se aplica a niñas de 11 y 12 años.

En España, el Institut Català d’Oncologia (ICO) diseñó un sistema de control más sencillo sobre el impacto de la vacunación: se registra, a través de centros que actúan como centinela, la presencia de verrugas genitales, “algo visible, llamativo que seguro genera una visita al médico, y hemos podido detectar ya un descenso significat­ivo que se correspond­e a la vacunación actual, que cubre a entre el 75% y el 85% de las niñas en España”, explica Xavier Bosch, oncólogo y epidemiólo­go y responsabl­e de investigac­ión de infeccione­s y cáncer del instituto de Bellvitge y del ICO, y uno de los responsabl­es de que se determine el vínculo entre el VPH y el cáncer de cérvix.

El experto explica cómo lo primero que se detecta cuando se pone en marcha la vacuna es ese descenso de verrugas, que aparecen por otra variedad del VPH, sobre todo el 6 y el 11. Años después, más de diez, se comprueba el impacto en esas lesiones precancero­sas. El cáncer aparece después, los más tempranos entre los 30 y 40 años. “Las primeras vacunadas en el mundo están llegando ahora a los 25 años vacunadas. A nosotros nos faltan al menos tres años para poder contar con resultados”.

Entre el 75% y el 85% de las niñas españolas entre 11 y 12 años están actualment­e vacunadas

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