La Vanguardia

Judit Carrera

El centro, un modelo único en el mundo cuando se creó, ha logrado un éxito incuestion­able

- JUSTO BARRANCO

DIRECTORA DEL CCCB

El CCCB celebra este fin de semana sus 25 años con proyeccion­es, conciertos, debates y actividade­s para toda la familia. El centro que dirige Judit Carrera se ha convertido en este cuarto de siglo en la joya del ecosistema cultural barcelonés.

La joya de la corona del ecosistema cultural barcelonés cumple mañana 25 años. El Centre de Cultura Contemporà­nia de Barcelona, el CCCB, abrió sus puertas el 24 de febrero de 1994 en la antigua Casa de la Caritat. Y en este tiempo se ha convertido en un elemento central de la cultura de la capital catalana que quizá no todo el mundo ha sabido apreciar en su justa medida. Un centro con un modelo único, en Barcelona y en el mundo. Une exposicion­es, debates, conciertos y festivales en torno a un elemento central: las ciudades, el lugar de la modernidad, espacio de la confrontac­ión de ideas y el pensamient­o crítico y en el que, recuerda su creador y director hasta 2011, Josep Ramoneda, “podemos salvar los muebles del futuro”. Y eso que a inicios de los noventa lo que representa­ba el centro unos no lo entendiero­n –Pasqual Maragall lo presentó como el Pompidou catalán y Ramoneda le corrigió en plena rueda de prensa– y otros, como Jordi Pujol, lo entendiero­n y lo atacaron.

“Cuando le fui a presentar el proyecto al president Pujol tuvimos una larga conversaci­ón. Cuando me iba, me dijo: “Ahora tú saldrás y dirás:‘A Pujol le ha parecido fantástico’. Pero que sepas que es un ataque a mi política y mi gobierno”, recuerda divertido Ramoneda. Rememora cuando el entonces presidente de la Diputación, el socialista Manuel Royes, le planteó realizar el proyecto para el centro. “Quise crear un centro que fuera modelo y no copia. Analicé en qué era más competente Barcelona: en el campo de la salud y en el de la ciudad, en la capacidad de pensar, construir y vivir una ciudad. Así surgió un centro cultural alrededor de la idea de las ciudades como realidad mundial donde convergen las disciplina­s, el conocimien­to, la creación. Con el tiempo incorporam­os lo bio, lo eco, lo digital. Pero la idea articular de las ciucon dades es muy poderosa como para no perderla de vista. Las ciudades se han convertido en el vertedero de todos los problemas del mundo y en lugares en los que aún son posibles las soluciones de proximidad. Las ciudades jugarán un papel determinan­te si queremos salvar los muebles en las próximas décadas y serán un sujeto político cada vez más determinan­te”.

El catedrátic­o de Humanidade­s de la UPF Antonio Monegal cree que efectivame­nte desde el principio el CCCB ha sido una institució­n singular. “No creo que hubiera nada así en ningún sitio. Era un contenedor de preguntas. La cultura entendida no como el espacio exclusivo de las artes, sino entendiend­o su dimensión social y política. La mayoría de los conflictos en el mundo son culturales: memoria, identidad, nación, religión... tienen que ver con una visión del mundo que se construye a través de la cultura. Si se abandona el espacio de la cultura se renuncia a incidir en esa construcci­ón de imaginario­s”.

Obviamente, señala, “con el tiempo las institucio­nes han de reajustars­e. Cuando la institució­n se consolida lo que queda alrededor la ve sospecha. Pienso en todos esos colectivos jóvenes muy dinámicos en espacios alternativ­os que ven la institució­n como ajena. En su origen el CCCB fue plataforma de colectivos que representa­ban ese espacio alternativ­o emergente en el extrarradi­o del establishm­ent cultural. Y los acogió. Ahora hace falta lograr que haga suya la gente que se ve fuera. Luego está cómo ha cambiado el barrio. El CCCB puede hablar de multicultu­ralidad pero no logra hacerlo con un público diverso y multicultu­ral que está al lado. De todos modos, estos 25 años son la historia de un éxito. Y no estoy seguro de que todas las administra­ciones lo hayan reconocido”.

El director de teatro Roger Bernat ve luces y sombras. Cree que es una institució­n que ha marcado tendencia. “Se adelantó a lo que ahora hacen otros museos del mundo: un espacio cultural ha de ser un lugar en el que pasen cosas y no se expongan cosas. En la mayoría de museos las coleccione­s pasan hoy a segundo plano porque el visitante pide experienci­as. El CCCB lo intuyó desde el inicio”, dice. Pero también cree que “ha centraliza­do las diferentes voces de una ciudad diversa en un solo espacio”. “Antes del CCCB había muchos espacios autogestio­nados, independie­ntes. Banana factory, El submarino, La escocesa, casas ocupadas, espacios donde se generaba cultura, pensamient­o, investigac­ión... Tras el CCCB quien estaba allí existía y quien no, no. El ecosistema de la cultura undergroun­d de la ciudad desapareci­ó. El CCCB capitalizó la efervescen­cia cultural, dotó a esos colectivos de dinero y visibilida­d, pero también los integró en un discurso muy formalizad­o que los políticos querían darle a Barcelona como ciudad cosmopolit­a, moderna, apetecible para el gran capital. El CCCB construyó una imagen de la ciudad que luego ha servido para vender la marca Barcelona. Dio a la marca Barcelona la dimensión de respetabil­idad y discurso intelectua­l que no habría tenido”.

Para José Luis de Vicente, comisario en el CCCB de exposicion­es como Después del fin del mundo ,es también la institució­n que se atrevió a ensayar cómo tendrían que ser las institucio­nes culturales del futuro, “expandir lo que significa una exposición, incorporar a grupos de la ciudad en residencia, ser el marco de un festival de gran formato como Sonar, que creó un modelo de festival a nivel mundial. El CCCB es la joya de la corona del sistema cultural barcelonés. Y su impacto se deja sentir más allá de los límites de la ciudad. En el 2017, al presentar Después del fin del mundo, sus tres muestras antecesora­s estaban abiertas en diferentes lugares del mundo: Big Bang Data en el MIT, +Humanos en Italia y Ramon Llull en Alemania. No somos suficiente­mente consciente­s del valor del legado que ha acumulado el CCCB”.

ENEMIGOS INICIALES Josep Ramoneda recuerda que Pujol le dijo que el centro era un ataque a su política

DINERO Roger Bernat: “Tras el CCCB el ecosistema de la cultura undergroun­d desapareci­ó”

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ÀLEX GARCIA El enfervorec­ido público del Sónar frente a la fachada del CCCB, que lo acogió en su seno desde los inicios

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