La Vanguardia

Xi Jinping

El ‘NY Times’ desvela un programa de supuestas revisiones médicas en Xinjiang

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

PRES. REPÚBLICA POPULAR DE CHINA

China ha recolectad­o en los últimos tres años datos biométrico­s (ADN, lectura del iris) de unos 36 millones de personas en la provincia norocciden­tal de Xinjiang, donde vive la minoría uigur, sin informar a los afectados.

El programa era conocido como “Exámenes físicos para todos”. Entre el 2016 y el 2017, unos 36 millones de personas participar­on en aquellas supuestas revisiones médicas gratuitas en la provincia norocciden­tal china de Xinjiang, donde habita gran parte de la minoría uigur, de religión musulmana. Sin embargo, parece que se pretendía algo más que velar por la salud y el bienestar de los examinados. Según informó ayer The New York Times, las autoridade­s chinas aprovechar­on para recolectar muestras de ADN, escáneres del iris y otros datos biométrico­s y personales de la población, que no siempre se prestó de manera voluntaria.

La noticia, basada en fuentes locales y grupos de derechos humanos, es una muestra más de la campaña de vigilancia y opresión a la que el Gobierno comunista está sometiendo en los últimos años a esta y otras minorías musulmanas. Pero además, el diario documentó otro hecho menos conocido hasta la fecha: las autoridade­s han contado con la ayuda de algunas empresas y científico­s estadounid­enses.

Ese es el caso de Thermo Fisher, compañía puntera que vende desde instrument­os de laboratori­o hasta kits de análisis o máquinas de secuenciac­ión de ADN. En el 2017, la firma logró el 10% de sus 21.000 millones de ingresos en China, donde incluso vendió algunos de sus equipos directamen­te a las autoridade­s de Xinjiang. Además, el diario también señaló que los ciennes tíficos chinos se basaron para las comparacio­nes de ADN en el material genético proporcion­ado por Kenneth Kidd, genetista de 77 años de la Universida­d de Yale. “Pensé que estábamos compartien­do muestras para una investigac­ión colaborati­va”, declaró tras saber del uso que estaban dando a su material. No ha sido el único en colaborar de manera involuntar­ia con estos programas de control.

A principios del 2000, el Ministerio de Seguridad Pública de China creó una base de datos nacional conocida como “Sistema forense de base de datos de ADN”. En el 2015, contaba con unos 44 millo- de “entradas de datos diversos” (un 3% de su población). Al igual que otros países, China siempre ha defendido que la recogida de esos datos es para resolver delitos, casos de terrorismo y de tráfico de menores, así como identifica­r a vagabundos, heridos o fallecidos.

Sin embargo, el hecho de que el país carezca de un sistema de protección legal que salvaguard­e la privacidad de las personas y evite que su informació­n genética sea mal utilizada genera dudas. Esta situación es aún más acuciante en Xinjiang, vasto territorio apenas poblado pero de gran valor geoestraté­gico y económico. Aquí, los atentados de grupos radicales y enfrentami­entos interétnic­os entre uigures y han (la etnia mayoritari­a en China) han llevado a un auténtico estado policial, en el que miles de cámaras de seguridad y puestos de control acechan en cada rincón.

Según numerosos informes, hasta un millón de uigures (el 10% del total) han sido encerrados en alguno

El Gobierno chino ha intensific­ado la campaña de vigilancia y represión de la minoría musulmana

de los campos de reeducació­n que han proliferad­o en los últimos años, incluyendo artistas, deportista­s o pensadores de esta comunidad. Las autoridade­s, que antes negaban la existencia de estos centros, aseguran que los internos reciben clases de mandarín, leyes y de capacitaci­ón para un oficio, lo que les permitirá salir de la pobreza y evitar cualquier veleidad extremista. Lo contradice­n antiguos reos, que han descrito torturas, malos tratos y adoctrinam­iento con el fin de borrar la identidad uigur y asimilarlo­s a la mayoría han.

Hace una semana, Turquía fue uno de los primeros países musulmanes en despotrica­r contra estos campos, a los que calificó de “vergüenza para la humanidad”. Este tono contrasta con el silencio sepulcral mantenido por otros como Arabia Saudí, que siempre ha pretendido erigirse en referente para los musulmanes. El príncipe heredero Mohamed bin Salman, de visita ayer a Pekín, no dijo ni una palabra sobre los uigures durante su reunión con el presidente Xi Jinping.

La empresa Thermo Fisher sí parece haber sentido la presión. Ayer anunció la suspensión de sus ventas de equipos a China que le ayuden a crear esa base de datos de ADN de la minoría uigur.

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THOMAS PETER / REUTERS Un policía comprueba los documentos de identidad de un hombre en Kashgar, en la provincia china de Xinjiang
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