¿Para cuándo el partido del catalanismo?
Llevamos más de tres años especulando con la naturaleza y el destino del catalanismo político. Es un pésimo entretenimiento. Unos sostienen que los catalanes hemos mutado en independentistas, y otros, que el viejo catalanismo es el huevo de la serpiente del secesionismo catalán. Sin embargo, se ponen de acuerdo en señalar la irrelevancia de la corriente política e ideológica más decisiva de la Catalunya contemporánea.
Creo que este análisis es profundamente interesado y definitivamente erróneo. Quiero explicar la perplejidad que me causa la deriva del catalanismo en la tercera década del siglo XXI. Disfrutamos de articulistas, conferenciantes, revistas, plataformas, grupos de opinión, asociaciones, e incluso, partidos, que se reclaman de este catalanismo. La acción desplegada por todos es, como diría el clásico, para bien; pero esta multitud de iniciativas, necesaria, y que deberíamos agradecer, carece del propósito firme que, en mi opinión, hoy tiene que empapar nuestro catalanismo.
La actual situación política en Catalunya no tiene solución a corto plazo. A estas alturas, el pleito con España es casi irresoluble. El proceso está vivo y colea, y a pesar de las constantes apelaciones piadosas al diálogo, este es casi inexistente. Nos preparamos para una travesía larga, y penosamente, hemos perdido algunas buenas oportunidades. El catalanismo de centro que reivindico no pudo presentarse a las elecciones de diciembre del 2017. Están convocadas las municipales y europeas y concurriremos fragmentados en buena medida, con opciones diversas en la capital catalana, y apareceremos más unidos, tampoco demasiado, en el resto del país. Han sido anunciadas unas generales y, a pesar del sincero llamamiento de Lliures que vayamos juntos en defensa de Catalunya y de España, porque los necesitamos y nos necesitan, será difícil que llegamos a tiempo. ¡Claro que hay voluntad de andar juntos! ¡Claro que hay un deseo de construir una importante bastante catalanista de centroderecha en Catalunya!, pero tendremos que admitir que el infierno está lleno de gente con buenas intenciones.
He sostenido reiteradamente que empezaremos a cambiar la situación en Catalunya con respecto a la convivencia, el crecimiento, la prosperidad y las oportunidades para todos si somos capaces de poner de pie nuevas mayorías parlamentarias. Debemos huir con éxito, de la dinámica asfixiante del secesionismo y de aquellos que no quieren ningún debate serio sobre Catalunya. Si la correlación de fuerzas no varía en el Parlamento catalán, seguiremos estando allí donde estamos. He ahí nuestra principalísima obligación.
Hay que construir un partido político catalanista que vaya a las elecciones. Debemos reunir bajo la bandera del catalanismo, todo el talento, la inteligencia, la eficacia y la generosidad de miles de catalanas y catalanes que crean que, sólo desde el catalanismo moderado, levantaremos una Catalunya autónoma dentro de España y de Europa. En política, el tiempo es más importante que en gramática, y si en cada empresa perdemos dinero, finalmente los que sostienen que el catalanismo es irrelevante acabarán teniendo razón.