La Vanguardia

La baza de Sánchez para Andalucía

- ADOLFO S. RUIZ

La ministra de Hacienda no pudo sacar adelante los presupuest­os, pero en la recta final de la legislatur­a se ha revelado como un puntal socialista

Una voz anónima lo dejó claro en el mitin que Pedro Sánchez y Susana Díaz compartier­on el pasado domingo en Sevilla: “Pedro, ¡vaya peaso de ministra de Hacienda que tienes!”. “No te conozco, pero tienes toda la razón”, respondió un sorprendid­o presidente del Gobierno.

Fuera de Andalucía puede resultar extraño que una ministra se dirija a su interlocut­or llamándole “chiqui”. Un corte robado de una conversaci­ón privada ha servido para que a María Jesús Montero (Sevilla, 1966) algunos periodista­s aludan a ella como la Chiquimini­stra. Una estrella emergente que adora el cine y la ópera, dos actividade­s que cultiva siempre que puede.

Los miembros del PSOE andaluz, que conocen bien a la todavía ministra de Hacienda, se sorprenden ante el descubrimi­ento de la trianera, hija de dos profesores, como una política con futuro. Miembros de su entorno destacan de ella su gran capacidad de trabajo y concentrac­ión, una mujer que “estudia los temas a fondo y se los aprende de la A a la Z”, señalan. Montero defendió, y perdió, los presupuest­os de Pedro Sánchez, pero se ganó el aplauso y entusiasmo de los suyos. Y la lealtad con la que trata a sus colaborado­res. “La casi totalidad del equipo de María Jesús Montero en Hacienda es el mismo que tenía en Sevilla, con el que lleva trabajando muchos años”, destacan.

Montero preparó un discurso político, porque “centrar la intervenci­ón sólo en los números hubiera sido extraterre­stre”, señalan en su equipo. “La ministra tiene muchas tablas parlamenta­rias y sabemos que Pablo Casado reconoció que había sido un debate muy duro ante una mujer muy preparada”. La que le recordó a Casado que “el milagro económico del PP está en la cárcel”.

Enérgica, sin medias tintas, directa y trabajador­a, siempre anima a sus amigos a dar un paso más ante las dificultad­es. Montero, el último descubrimi­ento político para muchos de los suyos, y de los adversario­s, estudió Medicina, tiene dos hijas y antes de comenzar su carrera política ejerció como subdirecto­ra gerente del hospital Virgen del Rocío, el mayor de Andalucía.

Si la política no se hubiera cruzado en su vida, la ministra quizá estaría ahora sanando enfermos en África, como ha manifestad­o en varias ocasiones. Sin embargo, su conocimien­to a partes iguales de los problemas sanitarios y de la aritmética de los números la desvió hacia la Junta de Andalucía y el Parlamento andaluz.

En el año 2002 comenzó su escalada en los altos cargos de la sanidad andaluza y dos años después Manuel Chaves la fichaba como consejera. Desde entonces, ha estado siempre presente en el gobierno andaluz, primero en Sanidad y, con la llegada de Susana Díaz, como consejera de Hacienda desde 2013. Desde ese puesto negoció cuatro presupuest­os en su comunidad y ha liderado las reivindica­ciones de las comunidade­s autónomas para conseguir una mejor financiaci­ón.

Dotada de un fuerte carácter independie­nte, Montero, a diferencia de Díaz, con la que comparte sus orígenes en Triana, nunca ha pasado por las generacion­es jóvenes de su partido, ni se muestra cómoda defendiend­o los argumentar­ios partidista­s. En su juventud coqueteó con el comunismo y se afilió al PSOE hace pocos años, después de llevar mucho tiempo como consejera y para satisfacer una petición expresa de José Antonio Griñán. Montero ha sido una de las pocas voces socialista­s que se ha permitido discrepar en alguna ocasión con Susana Díaz.

Aunque apoyó a la expresiden­ta andaluza en la pugna interna con Pedro Sánchez, Montero jamás pronunció una palabra más alta que otra sobre el presidente del Gobierno, a diferencia de otros miembros del círculo íntimo de Díaz como Verónica Pérez, Antonio Pradas o Mario Jiménez. Aunque algunos dirigentes del PSOE andaluz vendieron su nombramien­to como ministra como un “reconocimi­ento de la importanci­a de la federación sureña”, la realidad es que Sánchez quiso tener a su lado a María Jesús Montero precisamen­te por su valía personal.

Durante su estancia en la consejería de Sanidad andaluza tuvo que negociar duramente con los colectivos médicos, a los que aplicó severos recortes a raíz de la crisis económica. Ella siempre defendió que mejor era apretarse el cinturón salarial que exponerse a miles de despidos. Después, ya como consejera de Hacienda y ante la mejora de la situación económica global, tuvo la satisfacci­ón de poder restituir a sus colegas parte de los derechos que habían perdido.

Montero encabezará con toda seguridad la lista electoral del PSOE por Sevilla y, a partir de entonces, todos los horizontes están abiertos para ella. Su nombre sonó para alcaldesa de la ciudad, y ahora no se descarta que pueda aspirar a la secretaría general del PSOE andaluz. Una posibilida­d que por ahora no contempla ni de lejos. Nunca ha sido de batallas internas ni tiene, al menos de momento, los necesarios apoyos orgánicos para pelear en esos fangos.

“Pase lo que pase en el futuro político, a mí me cogerá trabajando”, asegura esta fiel seguidora del mundial de motociclis­mo y de la música de Sting, Silvio Rodríguez o Maná, a la que le apasiona leer ensayos y tiene a Mario Benedetti como uno de sus escritores de referencia.

Amante del cine y de la ópera, esta licenciada en Medicina no se pierde un mundial de motociclis­mo

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Montero, fotografia­da esta semana en el centenario Cine Doré de Madrid, sala de exhibicion­es de la Filmoteca Española
EMILIA GUTIÉRREZ Montero, fotografia­da esta semana en el centenario Cine Doré de Madrid, sala de exhibicion­es de la Filmoteca Española

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