El hombre que pide aire puro al juez
Román Martín Valldeperas es emprendedor, economista y filósofo; pero sobre todo es un hombre que confía en la justicia, lo cual, en los tiempos que corren, lo convierte en una persona excepcional. Este barcelonés de 49 años ha sido el primer particular al que un juez ha admitido una demanda presentada contra un Ayuntamiento (el de Barcelona) por la contaminación provocada por los vehículos. Su argumento es que la polución de Barcelona supera desde hace diez años los valores máximos regulados. Por eso, exige la intervención de un juez. “Reivindico el derecho a la salud, que deben garantizar las administraciones. Se ha demostrado que la polución mata prematuramente. Me siento responsable de la salud de mis dos hijas, y quiero el bienestar de mis conciudadanos”, confiesa sentado en un café en Barcelona.
Pero no es la primera vez que recurre a la justicia. Este hombre, que estudió en EE.UU. cree que los valores cívicos y democráticos pueden salir catapultados de las salas de justicia. Por eso, también fue el primer español que libró una batalla judicial para denunciar la discriminación que sufrían los trabajadores autónomos al tener que pagar cuotas excesivas a la Seguridad Social para legalizar su situación laboral. Invocó derechos básicos.
“Leí la Constitución. Ésta garantiza el derecho a trabajar; pero resulta que me obligaban a pagar cantidades astronómicas para poder trabajar aunque no tuviera ingresos. Me pareció injusto”, explica. Decidió no pagar a la Seguridad Social; que sólo lo haría cuando su capacidad económica se lo permitiera. Y se embarcó en una “aventura” judicial que le llevó hasta el Tribunal Constitución. Ganó el primer juicio pero perdió el litigio final en el Constitucional.
Martín se gastó un “dineral” en costas, pero los autónomos vieron disminuidas las cuotas que pagan a la Seguridad Social. Su causa sirvió para que darse de alta de autóno- mos dejara de ser una sangría para el bolsillo.
La misma motivación late tras su denuncia contra la contaminación. Son muchos los que piensan que ante este problema crónico sólo quedan los jueces. Pero por el momento únicamente él ha dado el paso. “Espero que esto inspire a más gente a hacer lo mismo”, proclama.
Martín invoca en su demanda el derecho a disfrutar de un aire limpio y, sobre todo, a que se ajuste a los límites permitidos. La directiva europea establece un máximo de 40 microg/m3 de NO2; pero este valor viene siendo rebasado en Barcelona desde el 2010, cuando la normativa entró en vigor.
Él propone implantar una tasa o peaje de entrada en la ciudad (como en Estocolmo, Londres o Milán), con la finalidad de que haya menos coches. Mediante esta fórmula, los vehículos son controlados a través de cámaras y los conductores pagan una tasa diaria, que tiene un efecto disuasorio. “Los especialistas nos dicen que es la medida más eficaz justa y equitativa”, reitera.
El Ayuntamiento de Barcelona confía, en cambio, en las zonas de bajas emisiones (en el perímetro interior de las rondas), donde se prohibirá el paso de los vehículos sin etiqueta de la DGT. Pero él cree que esa medida es insuficiente y que no está demostrada su efectividad en ninguna ciudad.
“Yo presenté la denuncia, pero detrás de mí hay mucha gente que me apoya y colabora. Somos un equipo, no soy un llanero solitario”, dice este convencido del poder transformador del ciudadano de a pie. No es casualidad que sea un fiel lector de Nietzsche. Confiesa la admiración hacia el filósofo alemán, “por cuestionar la autoridad, por su espíritu crítico, por entender el mundo como una lucha, por su capacidad para empoderar a los ciu- dadanos y convencerlos de que podemos trabajar para lograr cambios sociales”.
Pero sobre todo es un emprendedor. Fundó su primera empresa a los 20 años, y sólo cuando ya iba por la cuarta empresa las cosas empezaron a encarrilarse. A través de ella fue uno de los primeros en introducir el correo electrónico en España (Interbel) hace 22 años. Obtuvo en exclusiva una licencia para vender un software que se ha convertido en uno de los más generalizadas.
Román Martín se licenció en Filosofía y Económicas y ha realizado estudios universitarios en Matemáticas, Neurociencias y Psicología. Con 16 años, se fue a hacer un intercambio a EE.UU., donde hizo sus estudios universitarios, antes de crear sus primeras empresas.
Y con los fracasos cosechados supo lo que es quedarse sin trabajo, no poder pagar la casa y tener que ir a dormir a casa de un amigo. Aprendió que “a veces, las cosas no salen bien, pero nos podemos levantar y tirar hacia adelante”. Es lo que hizo en El Salvador, donde estuvo un año antes de regresar a España para fundar su propia empresa.
Su interés más reciente se centra en la filosofía y la neurociencia. “Estoy escribiendo un libro sobre la importancia de prestar atención en las personas”, dice convencido de los efectos beneficiosos que esa atención tiene sobre el bienestar y la salud mental. “Todos necesitamos ser escuchados, ser oídos, ser atendidos”, añade. Cree que la falta de atención provocada por los móviles interfiere la comunicación, hace aumentar el número de suicidios en los jóvenes y aísla a las personas. En cambio, una cuidada atención a las relaciones aumenta nuestra salud, el bienestar y la felicidad. Es justo lo que quiere: una mayor atención del Ayuntamiento a la salud y al bienestar a los barceloneses.
Este emprendedor litigó ante el TC contra las cuotas que pagaban los autónomos a la Seguridad Social ROMÁN MARTÍN “No soy un llanero solitario, somos un equipo”, dice el vecino a quien un juez ha admitido la demanda por la alta polución en Barcelona